Cada que nos encontrábamos en el camino, no desaprovechaba la oportunidad para ofrecerme cremas para adelgazar. Para convencerme me mostraba lo bien que estaba. Si hubiera participado en un reinado de belleza, seguro habría ganado. Tenía las medidas exactas y una estrechez de pensamiento que asustaba. Creía que todo el éxito de una mujer en la vida se reducía a un asunto de belleza, para ella no importaba los valores, la inteligencia y la hermosura de alma. Llegó a sentirse de otro planeta, miraba con desprecio a las mujeres y hombres que no tenían una figura armoniosa. Esta vez fue más lejos pues no solo me ofreció las cremas sino también lociones con el cuento que traían sustancias que ayudaban a atraer al sexo opuesto. Antes que siguiera adelante le dije:
-No las necesito pues mis feromonas atraen al sexo opuesto sin dificultades.
Enseguida me respondió:
-No lo creo pues siempre te he visto solo.
-Eso es lo que tú crees - le respondí.
Antes que me convenciera me despedí pues no quería gastar mi dinero en vano solo por quedar bien con Malú. Parecía que le iba bien en ese tipo de trabajo, pues cuando la conocí andaba en bicicleta; me gustaba verla con su pelo recogido y vistiendo licras y blusas de colores fosforescentes. Una vez le tomé una foto con mi celular, luego la hice imprimir y se la regalé para que mirara lo bella que era. Después de un tiempo corto la vi recorrer las calles de Cali en moto, al poco tiempo en un auto lujoso. Lo cierto del caso es que a mi no logró convencerme. Dejamos de vernos por un tiempo prolongado, más de tres años para ser exacto, pues cambié de trabajo, salía muy temprano y llegaba muy tarde. Mi trabajo era de disciplina, tenía que trabajar con personas de buena figura, personas de buena apariencia. Por un momento pensé ir a buscar a Malú, pero me arrepentí, no creí que fuera a dejar su trabajo por hacerme caso a mi. En fin, la vida da muchas vueltas y en una de esas la encontré de casualidad por Ciudad Jardín,
sector exclusivo de la capital vallecaucana conocido por esos días como ciudad balín, pues en las protestas algunos de sus habitantes salen armados con pistolas a dar bala a los manifestantes. Al principio no la reconocí, fue ella quien me llamó la atención, apenas me vio me dijo lo siguiente:
-Si no te saludo sigues de largo, antes corrías a abrazarme cuando me veías.
De inmediato - le respondí.
Los tiempos cambian y las personas también, yo he dejado de andar coqueteando a mujeres bonitas, pues no están a mi alcance.
Ante la crudeza de mis palabras me insultó, luego lloró sin consuelo. Ante esa circunstancia la abracé, luego sequé sus lágrimas, ella no se dio cuenta que nos estaban grabando. Fue tan magistral su actuación que le propuse trabajara conmigo en mi nueva película, desde ese momento valoró más el ser humano con sus imperfecciones y dones. Le fue tan bien en la película que se hizo millonaria. La película se llamó: Una gorda en apuros.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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