CARTA AL MUNDO:
Perdí a una buena amiga, y cuando esto sucede, te arrepientes de no decirle muchas cosas o de discutir en algún momento. Pero ya es demasiado tarde, porque su futuro, sus ilusiones, sus sueños, su vida, terminaron entre los hierros retorcidos de un coche. Tenía toda la vida por delante. Tenía tantas cosas por descubrir..., por hacer... Aún tenía que ser feliz.
Mientras el frío metal se le iba clavando en el alma y su sangre reposaba en el asiento, sentí odio hacia el mundo, hacia ese ser superior al que no le importan las injusticias que su creación comete.
Ella estaba, todavía, comenzando a vivir y el mundo ya la condenara. Agarré con fuerza su mano, como intentando que se quedara a este lado, y mientras veía como derramaba sus últimas lágrimas y se apagaba su vida, sentí que se me partía el alma y que, con ella, moría una parte de mi.
Ahora, donde quiera que esté, tan solo quisiera decirle que nunca la olvidaré, que viviré cada día como si fuese el último y lucharé por acabar con esta ignorancia que tanto daño causa.
P.D.: Cuando te levantes cada mañana para comenzar un nuevo día, recuerda que mañana puede ser demasiado tarde.
Un Beso.
CLARA.
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