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Inicio / Cuenteros Locales / Esperanza_esnombre_deputa / Hola, he Vuelto.

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- Mira mamá, paso mucho de ti, ¡que te den!. Visto como me da la gana. Voy a salir, te guste o no. Sal del medio.
- Te pego una hostia que te reviento la cara, ¡a tu cuarto!.
- Sal del medio, mamá.
- ¿Pero quien te crees que eres, pequeña mocosa?. O pasas ahora mismo o llamo a tu padre, tu verás.
- ¡Sal del puto medio, mamá!
- Te juro que si sales por esa puerta no vuelves entrar, ¿eh?. ¡Piénsalo bien!. Non juegues a ser mujer.
- Está bien, mamá. Tu lo quisiste. ¡BUM! ¡BUM! ¡BUM!.
Por cierto, no me esperes despierta. Volveré, pero tarde.

En esta ciudad siempre está lloviendo. Ahora no puedo volver atrás a por un paraguas ni de coña. Paso. Ya me cambiaré en la casa de Clara. Tengo que devolverle el revólver. ¡Qué cantazo con la pipa en el bolso!. Aunque ni siquiera es de ella, sino de su ex, que trabajaba como guardia jurado en algún centro comercial. Supongo que a él le hará falta y como últimamente se están viendo tanto... De ahí vienen nuestras peleas. Nuestro distanciamiento. Culpa de él, claro. Todita la culpa es suya. Los hombres siempre por el medio, cuando nadie les llama. Esta lluvia me pone muy nerviosa. Es lo único que consigue alterarme. En mi coche no llueve, pero de todas formas, me pone de mala leche.

Abro la puerta del ascensor y pulso el tres. Salgo. Enciendo la luz.
Introduzco la llave y entro.
- Clara, soy yo- digo sin encontrar respuesta
¡Clara!- vuelvo a repetir sin éxito.
¡Clara!, ¿dónde coño estás?.
- ¡Estoy aquí joder!. Estoy meando.
Atravieso el piso. A medida que me acerco a la puerta del baño oigo con más nitidez la voz de Clarita, por lo bajo siempre, como si fuese una vieja.
- Hola cariño.- Digo sin mucho entusiasmo.
Le doy un beso y me quito el abrigo, empapado, dejándolo encima de la bañera.
- Llueve muchísimo. Ni viniendo en coche me he salvado.
- Ya, ya lo veo.- Añade ella levantándose y tirando de la cadena.- Odio la puta regla.
Por más que lo intentemos no somos capaces de mantener una conversación sin alterarnos o gritar. Ya hace tiempo que entre nosotras las cosas no funcionan. Está claro. En todo momento está presente la tensión. Ya no sé que fue de aquel apasionado amor del primer día. Las parejas que consiguen mantener el romanticismo en su relación, no existen, es una leyenda. Ya no quedan personas así. O por lo menos, no juntas.
Salimos con dirección a su cuarto, en silencio, sin mirarnos a la cara. Una situación muy embarazosa. No saber qué decir siempre resulta embarazoso. Trato de romper el hielo, y antes de llegar al umbral de la puerta revuelvo en mi bolso.
- Por cierto, te devuelvo la pistola- que ya a tengo en la mano, como mostrándola.
- ¡Paula!, ¿qué carajo has hecho?.
- No te alteres Clara. Hice lo que tenía que hacer, muy simple.
- ¡Tía, estás loca!.
Sale de la habitación, a medio vestir, con la falda y el sujetador, buscando un mechero
- ¡Clara!,- grito persiguiéndola- ¿no dejaras de fumar?. Tranquila mujer. La agarro por los brazos para intentar calmarla.
- ¡Déjame!. Necesito respirar. ¡Suéltame!. ¡Me haces daño, animal!.
- ¡Tranquilízate ya!. No es para tanto, Clara, por Dios.
Consigue separarse. Huye. La atrapo. Le pego una hostia y la tiro al suelo. Se acurruca en el sofá. Sin levantarse. Refugiándose.
- Perdóname Clara, fue por tu bien.- Me disculpo acercándome para ayudarla.
- ¡Suéltame!- grita encolerizada.- No me toques.
De repente las dos permanecemos en silencio, una frente a la otra. Ella comienza a llorar y millones de pensamientos invaden mi cabeza. Mezclándose todo ahí dentro. Por fin se levanta tratando de colocarse bien el sostén medio roto. Le tiemblan las pernas. De miedo o de nervios, quien sabe. Por primera vez, desde que ocurrió, me pongo a pensar en el cadáver de mi madre, mi propia madre, tirada en un charco de sangre con tres disparos. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Un miedo atroz invade mi cuerpo. Otra vez. No sé bien cuando, pero esta sensación angustiosa ya la tuve. No hace mucho.
Clara sigue sin mirarme a la cara.
- Es mejor que te marches.
- Clara, lo siento..., se me cruzaron los cables- trato de justificarme pero ella me interrumpe:
- ¡Calla!. Déjame en paz.- Hace una breve pausa, cogiendo aire.- ¿Porqué no te vas de mi casa?- Continúa.
- Clara, de verdad, deja que me explique.
- No sigas, ¡vete!.
Me quedo inmóvil, sin apenas pestañear, con la mente totalmente en blanco, incapaz de reaccionar ante la situación. Ni yo misma sé lo que me sucede
- ¡Vete de una puta vez!- aúlla Clara, ya de pie, tirando al suelo el sujetador roto, que ya no tiene arreglo, con rabia, con unos movimientos bruscos, desesperados, con un toque de patetismo, como si estuviese arrojando la toalla, consiguiendo que vuelva en mí.
Me dirijo a la salida inconscientemente. Abro la puerta.
- Clara, esto no será un final, ¿verdad?
Tarda en responder, haciéndose la loca, como si no escuchara nada o no quisiera oírlo. Firme, de pie, dándome la espalda. No entiendo porqué no quiere mirarme.
Respira muy fuerte, dando la sensación de estar rearmándose en una batalla perdida. Parece que va a soltar una bomba. Parece que quiere intentar explicarme algo, como siempre. Como hace cada vez que yo no soy capaz de entenderla. Me gusta Clara por cómo expresa sus sentimientos, sus ideas, de forma que las hace más sencillas.
- Ahora quiero estar sola.- Dice con voz en off. Ya no suena didáctico, ni educativo.
Sin mirar hacia atrás, salgo y cierro la puerta.



NOTA: ESTA HISTORIA CARECE DE SENTIDO SI NO HAS LEÍDO MÁS SOBRE Esperanza_esnombre_deputa: “SABES QUE VOLVERÉ”

Texto agregado el 07-10-2004, y leído por 103 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-05-2005 muy buena, y sí tiene sentido sin necesidad de leer el resto y eso es muy bueno Vihima
 
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