En una esquina de Quito
sucedió la reunión
de las eventualidades.
La puerta colonial de madera
estaba abierta, dejaba ver en el interior
el frenético zapatero,
que escuchando la radio, trabajaba
muentras colgaba un cigarrillo de su boca.
El sol de media mañana
pintaba de claridad a los mendigos,
que vistos desde la Plaza del Teatro
eran subversivos trabajando
la conspiración silenciosa.
Al final la calle estaba atestada de gente
que no sabían de la existencia del zapatero
ni de los subversivos.
Texto agregado el 20-10-2021, y leído por 84
visitantes. (4 votos)
La vida es así, casi en un mismo sitio puede haber eventos diferentes y unos y otros no darse cuenta de lo que sucede a una distancia tan cerca de ellos. No les importa, no quieren ver o solo les preocupa lo que a cada quien le sucede. Excelente texto, Allka. maparo55