Tenía que matarlo para de esa manera heredar los bienes del viejo. Le había dedicado 10 años de su juventud y el viejo estaba amenazando con no dejarle ni un peso por infiel, estaba seguro que lo traicionaba. Estudió con minucia las posibilidades que tenía para asesinarlo, pero no era capaz de materializar ninguna, a la hora de hacerlo sabía que se echaría atrás y lo único que lograría era ponerse en evidencia. Es que matar a un viejito no es lo mismo que matar a un hombre joven ni maduro. Salió a la tienda a comprar pan, queso y enlatados. Apenas salió se comió un banano, no debía hacerlo pero tiró la cascara al piso. El viejito era muy celoso y a los cinco minutos salió también hacia la tienda, con la mala fortuna que se resbaló en la cascara, al caer se golpeó la cabeza y ese golpe fue suficiente para que se fuera al más allá. Al rato llegó Jorge corriendo, al ver a José muerto lloró de felicidad.