Dicen que los cristianos vivimos
disociados de la realidad.
Porque queremos que nos conozcan
por nuestras obras y buenos gestos,
no por nuestros éxitos,
ni por apellidos poco comunes.
Porque sabemos, Señor,
que cuando nos llames,
lo harás por nuestro nombre de pila.
Dicen que los cristianos vivimos
disociados de la realidad.
Porque bendecimos la pobreza,
agradecemos la miseria,
y no nos entristece la falta de riqueza.
Porque vivimos con los bolsillos vacíos
para caminar ligeros
en busca del reino definitivo.
Dicen que los cristianos vivimos
disociados de la realidad.
Porque cuando comenzamos a ser felices,
ni el dolor físico puede ocultar una sonrisa,
ni la oscuridad de los días nuestro camino.
Porque tú, Señor,
eres nuestra luz y nuestra alegría.
Dicen que los cristianos vivimos
disociados de la realidad.
¡Y tiene toda la razón!
Porque este, es el valle de lágrimas,
en donde tú no habitas,
el valle que debemos atravesar
de camino al reino celestial.
Para verte, Señor, en toda tu gloria,
en perfecta comunión con el Espíritu,
sentado a la derecha de Dios Padre.
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