Coincidimos y despacio caminamos por el paseo arbolado. Hace tres años fuimos novios. llegando a su casa, me despedía. Me detuve al oír su pregunta.
— ¿Quieres conocer a mi niña?
“sabía por su boca que era madre soltera, su invitación podría ser un reencuentro, una relación que había sido superada, la prudencia era seguir hacia mi domicilio, pero…”
Subí por unas escaleras rústicas y polvosas. La niña dormía.
—Me la cuida una vecina, mientras trabajo.
De un libro sacó un poema que le hice y de un alhajero, unos aretes que le regalé. “arrastrado a los días felices, me conmoví”
Nos besamos con pasión.” ya no éramos los jóvenes estudiantes sino dos adultos consientes, pero atrapados en el ayer” Mis manos acariciaron sus pechos y ella mi cabellera… Antes de amarnos exclamó:
— ¡hacemos mal!, ––¡No lo hagas!
—¿No me deseas? —pregunté firme— y con el silencio dijo que sí. “ del beso breve de la adolescencia, pasamos al remolino”
El cabello bamboleaba por su frente, mientras mis manos cargaban sus glúteos.
Se puso la bata, fue al baño. Llegó con agua limpia, y enjabonó mis genitales. Me quedé en un suspiro, en lucha contra la sensación y conmovido por su actitud.
Salí en silencio. Por el camino a casa, recordé que esa higiene me la habían hecho sólo una vez. Fue en un burdel y la mujer, cuando secaba mis testículos, haciéndome un guiño con el ojo, preguntó: ¿Cuándo regresas?
|