Sin tocarnos… juguemos
Juguemos con tu esencia y la mía...
sin beberlas, si acaso,
vertiéndolas a piel desnuda
lubricada por sudores vespertinos
y lágrimas violentas de pasión.
Juguemos, juguemos
a buscar las huellas perdidas
recorriendo nuestro espacio
de punta a punta… lentamente;
mirando nuestras sombras
y tus labios rojos
y mis ojos negros,
y tu espalda regia
y mis manos frías,
y nuestras vergüenzas
y nuestras manías,
y nuestros huesos
quietos, quietos…
casi muertos.
Sin jugar al juego del amor juguemos;
desafiemos las cruentas heridas
del holocausto carnal…
¡destruyámoslo con tu deseo y el mío,
con nuestro nuevo juego!
Ven, juguemos de otro modo;
volviendo los placeres mundanos
bellas sensaciones intachables;
tornando las sumisiones sobornables
dispensas bienaventuradas,
y, por qué no, los lastimosos apetitos
en regocijos puramente visuales,
sin roces, sin besos, sin amarres…
juego, solo juego sin tocarnos.
Jerry Méndez
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