Suplicio parte 20
La gente le gritaba, los hombres parecían estar ardiendo en placer porque ese culo lo mueve como reina.
Después de sentarse en su camerino tocaron a la puerta.
- ¿Quién es? no respondieron. Ella abrió y lo vio.
-Hola.
- ¡Eliseo! estaba sorprendida de verlo ¿Qué haces aquí?
-Te seguí. Bailas increíbles. Estas buenísima. Estoy caliente.
-Tenemos prohibido acostarnos con los clientes. Si el jefe se entera me corre. Me gusta lo que hago.
-Sabes que me gustas.
-Eliseo, tienes que arreglar tu vida. Yo no me puedo mezclarme con personas que van a pedir ayuda, tu abuela fue mi paciente. Por ética no lo puedo hacer.
-Quiero coger contigo - Eliseo le dijo con su sombrero en las manos.
-Yo también, te quiero adentro de mí, pero no se puede. Vete le indicó al hombre que obedeció cerrando la puerta del camerino.
Los dos estaban calientes, tenían que pasar una noche candente pero muchas cosas se lo impedían a Sheila.
El lunes por la mañana Alan se vistió lo más elegante para ese hombre, preparó sus papeles y lo visitó.
-Licenciado el señor Alan Calvo está aquí dijo la secretaria.
-Hazlo pasar y que nadie me interrumpa.
-Claro. Adelante le menciona la secretaria.
-Buenos días.
-Alan, adelante Nacho se puso de pie y lo saludó de mano - ¿Tienes lo papales?
-Aquí está todo le responde Alan.
Por mucho tiempo Nacho revisó los papeles y dedujo que lo único que necesitaba era poner en orden la contabilidad, al parecer no falta dinero, todo estaba bien.
- ¿Es todo?
-Sí. Me llevara una semana, a lo mucho dos. Yo te llamo cuando ya tenga la información.
- ¿Y cuando me vas a cobrar? Tengo mis ahorros, pero no sé si me alcance.
-Por el dinero no te preocupes.
Una semana después, en una cafetería cerca de la oficina estaba Nacho esperando a un cliente que nunca llegó. Ese día confirmó sus sospechas.
-Nacho, buenas tardes dijo Alan junto a la mesa de la cafetería.
-Alan ¡Qué gusto verte! ¿Vienes solo?
-Sí. Fui a buscarte a la oficina y tu secretaria me dijo que estabas aquí. Me tomé el atrevimiento de venir a verte.
-Toma asiento. Un cliente me quedó mal le comentó Nacho.
- ¿Tienes tus citas de trabajo aquí?
-En realidad no. Eso me extrañó, mi secretaria hizo la cita intuye Nacho.
-Eso es raro.
- ¿Quieres algo de tomar? ¿Un café?
-Gracias, un té de limón, mejor.
Nacho estaba feliz de tenerlo enfrente, quería averiguar más sobre su vida.
- ¿Desde cuándo conoces a Sheila? Preguntó Alan.
-Años. Tenemos un hijo en común de pronto soltó.
- ¿Tú y Sheila
?
-No creas que fuimos pareja. Yo viví en su casa cuando Gael estaba pequeño y creció creyendo que soy su papá y así ha sido desde siempre. Él me dice papá y yo le digo hijo. Pero Sheila y yo tenemos una amistad de muchos años, ella conoce todo sobre mi vida.
-Ella es un ángel Alan comenta aliviado.
-Lo es. ¿Cuánto llevas ahí con Sheila? nunca te había visto.
-Poco tiempo. Tengo que pagar mi titulación.
- ¿Qué estudiaste?
-Psicología. Estudié en una escuela privada, la titulación es muy costosa y no me alcanza.
-Entiendo. ¿Qué más haces con tu vida?
-Pues
tengo dos trabajos, soy soltero, vivo solo y soy gay.
- ¿Escuché bien? preguntó Nacho.
Continuará
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