Se despertó a las tres de la madrugada y ya no pudo volver a dormir. Decidió dar una vuelta por el jardín. Al pasar por la puerta de la habitación se atrevió abrirla, pensando que todo era un mal sueño; pero no fue así. La cama estaba vacía. Descendió los escalones descalza para no hacer ruido y salió fuera. Miró al cielo y vio que las estrella titilaban. Sus ojos se llenaron de lágrimas silenciosas y amargas. De pronto, una estrella comenzó ir de un lado para otro como fuese una pelota de tenis de mesa. En un momento dado se detuvo y descendió hasta la hierba del jardín donde se convirtió en una hoja de papel. Lo cogió y leyó:

"Querida Betty,

Sé que México tira muy fuerte de ti, pero Samu te necesita. Vi que en el aeropuerto cerró los ojos y se tapó los oídos para no decir adiós Quizás el año que viene Samu haya cambiado el carácter y podáis venir acá para que tu madre pueda verlo en persona.

Te tengo que dejar. ¡No sabes el trabajo que me dan las estrellas!

Un gran abrazo para ti,
Luz Maria."

Cuando acabó de leer la carta, se deshizo de sus manos, subió al cielo y volvió a ser una estrella. Bea sonrió y pensó:
"No se preocupe tía, ya sé lo que tengo que hacer".