LIBERTAD PERSONAL
En la inmensa ciudad de Nueva York, cosa rara, encontré a un amigo de la infancia, mexicano como yo. Nos saludamos con alegría y platicamos para ponernos al día.
—Yo me recibí de médico en la UNAM y vine a E.E. U. U. a especializarme y aquí me quedé, me va bien, estoy casado con una rubia norteamericana y tenemos tres hijos. ¿Y tú?
—Te acordarás que no era muy bueno para los estudios —me dijo—, a duras penas terminé la prepa. Pero no que quejo me ha ido de maravilla.
—¿A qué te dedicas?
—Por fortuna mi papá me dejó un fideicomiso. Me hice amigo de un militar retirado, que triste en la cantina “la suerte loca” de mi pueblo, me contó que era el encargado del armero, especialista en armas de fuego, pero que tuvo que retirarse por un cáncer y que necesitaba dinero para parte del tratamiento, porque los servicios médicos de las fuerzas armadas no tenían el equipo moderno necesario.
Aproveche la oportunidad y le pedí me entrenara en las armas y me consiguiera las herramientas de mi futuro trabajo (una buena idea que se me ocurrió) y yo le pagaba bien. No te vayas a sorprender.
—¿Cuál idea?
—dedicarme a limpiador profesional, vieras cuanto trabajo hay: suegras latosas, socios importunos, abuelitos ricos que no quieren morirse etc. Pero no creas, soy de buen corazón y respetuoso de las leyes de USA donde vivo, mi trabajo lo realizo en México que es un desmadre y muy seguro para mí. Al terminar la chamba me regreso y punto.
Me pareció interesante lo que me dijo, aunque quedé un poco amoscado.
—Hace poco —me dijo—, me sucedió una cosa chusca. En NY hay mucha libertad personal y nadie se sorprende de la diversidad sexual. Un joven de esos seductores me dijo: “hola guapo, ¿quieres pasar un rato agradable? Hago de todo”. Me lo llevé a mi casa de la playa y lo puse de albañil, me levantó una barda que necesitaba, por cierto, muy buen trabajo.
—¿Y no te protestó?
—Ni madres, con un cuerno de chivo apuntándole.