AVE FÉNIX
A mi madre
Te vi sufrir,
no de dolor, ni de espanto
sino de coraje a la muerte
por su estúpida acción
y repugnante tardanza.
Te vi llorar
la puntualidad mostrada
durante toda tu vida
-gran virtud que tenías-,
ni un minuto antes
ni un minuto después;
midiendo el tiempo exacto.
Te vi esperando el fin
en ese cuarto obsceno
de ambiente amargo;
tan tuyo, pero tan ajeno,
prestado por encargo
y por necesidad;
prestado, sí, pero tan tuyo
en ese momento crucial
del último paso
hacia el paraíso celestial.
Te vi sentir
la inclemencia absurda
de la muerte sádica,
burlona y prepotente
que llenó tu cuerpo y alma
de meses de dolor innecesario.
Te vi cansada en ese cuarto blanco
lleno de tubos de oxígeno y morfina;
lenta asepsia de viajera
con relojes sin números, sin manecillas,
sin tic tac; sin tiempo exacto.
Te oí clamar en llanto,
¡no, no a Dios! sino a la muerte
que se paseaba irónica
por la puerta del cuarto blanco
sin atreverse a entrar
o sin querer hacerlo.
Te sentí partir con el siglo encima
tomada de la mano de mi padre muerto,
heredando tu amor y tu sabia sonrisa
a tus hijos, a tus nietos, a todo tu universo;
te vi marcharte agradeciendo
a la muerte su esperada decisión
de cortar el tiempo y los latidos,
de recostar tu cuerpo
bajo la sombra del árbol del edén.
Te vi volar, cual ave fénix,
en espera de tu pronto renacer
de tus cenizas... cargada de pasado
vacía de presente y de futuro;
Te vi librarte de tu calvario
y volar, volar tan alto
con una mirada airosa y descansada
mirada que jamás habías mostrado…
mirada que nunca olvidaré
Jerry Méndez
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