Confidente y delator

por Isabel Rodas

Descubrirlo detrás de mí, sentir que su perfume me invade, adivinar su mirada en mi nuca, esperando que su aliento endulce mis oídos y me rodeen sus brazos.
Una canción que desviste el secreto tan bien guardado y temer que el pasado
se adueñe del presente.
Estar a punto de llegar a esa ciudad que nos ha impactado y redescubrirla.
Pasar por un lugar cualquiera
y el aroma que nos envuelve de un plato, nos recuerda el sabor del estofado que cocinaba la abuela cuando éramos niños.
Tener miedo de hacer el ridículo, aunque nos mostremos serenos y seguros.
Leer por primera vez
uno de nuestros poemas en público,
ése, que suponemos magistral.

Dudas, temores, recuerdos, placeres, sabores, que forman parte de nuestra historia y nuestro presente, y que sólo cada uno de nosotros experimenta ante situaciones distintas y que genera una adrenalina que hace que nuestro corazón, máquina perfecta, se confunda y se apure. Y perturbado, incapaz de guardar el secreto, se manifieste ante nuestros ojos y los de otros (sin que podamos detenerlo) desnudando un sin fín de sensaciones y emociones íntimas de las que somos presa y dueños absolutos, y tratamos de esconder.