Hace unos años, qué en nuestros apartamentos de NY, el 'week end' era más sociable. Debido, básicamente, a la ausencia del teléfono celular y otras distracciones. Y ciértamente sé intimidaba más con la familia, sé cenaba de mejor manera y el juego del dominó era un rey.
Actividad que una tarde dominical y en el 'hall' del hogar de mis suegros, dos frentes opuestos: mi concuñado y Yo y mi suegro y un vecino, ocupábamos los cuatro costados de una mesa construída para éllo. Con portas copas incluídos. Y la competencia iba a un buen ritmo, cuándo de repente el vecino sé paró, nos señaló y con una voz estrepitosa dijo: "Uds. dos són únos tramposos".
Entónces, mi suegro 'un viejo zorro', encajó las piezas del set del juego, dobló las patas de la mesa y nos invitó a la sala a unirnos al resto, frente al televisor. Luego compartimos un sancocho que tenía un pollo ahumado, arroz blanco y el fiél aguacate. Pero mucho antes de lo acostumbrado, me marché a mi casa con la inquietud, que en mi cerebro sembró una palabra.
Y mientras ascendía por una larga escalinata, recordé un librito que al llegar a mis manos lo había puesto en lista de espera. Qué lo había escrito un ex-campeón de dominó de nuestra RD. Y al entrar lo encontré y me metí en su lectura. Qué comenzaba afirmando que el orígen exacto del famoso juego es desconocido, qué hay otras variedades, pero que la nuestra no necesita de gran sabiduría para dominarla.
Añade también, qué la mayoría de las técnicas que se alude, deben tenerse para jugarlo bien, son falsas. Y qué sú experiencia lo había llevado a confirmar cómo ciertas, tres cósas: qué es falso que un juego de sólo dobles, es malo. Qué sí quiéres qué salgan pequeñas, debes dar las grandes y viceversa.
Sin embargo, lo contundente en su exposición, es qué dice que no existe mérito alguno, al ganar una partida de tal entretenimieto. Pórque al hacerlo, sólo un cinco por ciento es debido a la obsevación, otro cinco, a la memoria y el resto: ¡El gran noventa por ciento, es trampa! Trampa qué casi siempre podría ser involuntaria.
Después de lo cuál, me sentí mejor, pero dejé el dominó para siempre. |