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Antes que la taza se estrellara en el piso, un acorde destemplado proveniente desde una casa vecina suplantó los sones ceremoniosos de una misa de réquiem. Un gallo joven afinó su garganta para marcar la hora fatal. En el terreno de las hipótesis, alguien falleció en algún lugar y otro asomó sus ojos al mundo casi al unísono. Durante el medio segundo que duró la trágica precipitación, unos labios alcanzaron a pronunciar: “Te am…” y otro par de ojos se anegó de lágrimas por la razón que fuese. Alguno de ustedes cavilaba sobre la frase que rubricaría su trabajo y otros, ajeno a todo, emitían sordos ronquidos en esta tarde gris. En algún lugar, se moldeaba un contubernio y en las calles, los transeúntes ansiaban llegar a sus hogares para quitarse el incómodo traje de sujetos y transformarse en personas. Un semáforo alcanzó a encender la luz verde y los vehículos rugieron. Rugieron para devorar la distancia que los separaba de sus destinos. Destino, hipotético tránsito hacia lo ineluctable.
En un tris, la taza se desintegraría en mil pedazos emulando la teoría del Big Bang. Si no hubiese gravedad, quizás el trozo más grande atraería a los más pequeños y se crearía un minúsculo sistema planetario. A velocidad uniformemente acelerada. Como se precipita la taza, génesis de dicha creación.
Pareciera que antes de producirse el fatal choque y la desintegración, el drama origina desde sus propias entrañas un silencio profundo, acaso un extemporáneo eco del génesis, una vibración muda que se aposenta en esa brevedad de milésimas.
Quizás alguien diga: “¡Qué manera de latear al prójimo! ¡Que se estrelle la taza en el piso y se haga añicos! ¡Y que ocupe otra o se la compre o qué se yo!” Lo pensé. Y por lo mismo, mientras cavilaba sobre este absurdo accidente, puse en práctica mis reflejos y en el preciso instante en que la taza ya tocaba el piso, coloqué mi pie bajo ella y la impulsé como un balón hacia mis manos.
Cualquiera estaría ya barriendo el estropicio entre maldiciones y lamentos. Cualquiera menos yo, Lío Messi, que me dicen, podría comprarme una fábrica de vajilla si quiero, pero como profesional que soy, esto no es más que un entretenimiento. Las tazas de mi hogar pueden sentirse seguras.













Texto agregado el 29-08-2021, y leído por 225 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
30-08-2021 Qué buenas todas esas posibilidades que narrás a la vez. Muy visual tu texto. Felicitaciones. MCavalieri
30-08-2021 Que arte para tomar una situación cotidiana y convertirla en un relato diferente espacial y especial. Saludos, sheisan
30-08-2021 Genial. Me encanto. Jaeltete
29-08-2021 Digo PSG. Clorinda
29-08-2021 Ni Messi lo hubiera hecho tan bien!! Qué atajada a tiempo! Tengo que felicitarte por las descripciones magníficas y no me detengo más porque estoy viendo el debut de Lio en el PCG. Saludos! Clorinda
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