NOCHE TENEBROSA
Llovía, tronaba y relampagueaba en la noche tenebrosa con un frío que calaba los huesos a mitad del invierno en la bella ciudad de México. Tiempo y oscuridad que le gusta a mi amigo, siempre joven, aparenta 30 años de una apostura diabólica, alto, delgado, siempre elegante, simpático. En esa ocasión tuvo una aventura que me la contó y eso haré con ustedes.
Bahamut, es su nombre, le decimos Van, es un vampiro, ni él sabe su edad, calcula que tiene más de 200 años, pero, no le gusta pensar en el pasado, sólo el aquí y ahora. Su amistad fue una herencia de mi abuelo (la oveja negra de la familia), libertino, que hacía de la noche día y Van su compañero de parranda. Mi padre, católico de hueso colorado, no lo podía ver, pero yo, que no respeto las vestimentas eclesiásticas es mi compa.
Una vez le comenté que mi tía, señorita quedada, cuando supo por su padre que él, era caballero de la noche, se proveyó de artilugios para espantarlo por si aparecía. Van se río y me comentó: “dile a esa dama, que sus años la protegen de mi presencia. Yo sólo con jovencitas, que les truenen sus huesitos, no con viejas espantosas como ella.
Ahora, les contaré lo que pasó aquella noche. Flor Alicia, doncella hermosa, cerró la ventana de su aposento para resguardarse del viento helado, sin embargo, con un relámpago, Van se le apareció a un lado de su lecho. De inmediato ella, sacó un crucifijo en una mano y ajos en la otra, dijo para espantar al engendro, aunque muy guapo; “vade retro”.
El vampiro, se carcajeó con alegría y antes de follar con ella y deleitarse con su aún virgen y deliciosa sangre le enunció: “te chingaste preciosa, eso ya no sirve, pues, me he convertido en ateo y el ajo me gusta como dietético”.
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