Mientras rozo con las yemas de mis dedos tu desnudez, noto el aire que abre caminos al ritmo del vaivén de mi cuerpo invadiendo el tuyo, sin dominación, sin vencedor ni ganador, solo el trueque salvaje del que comparte gemidos y explosión.

solo eso... la levedad del gemido y la explosión efímera, eterna, en bucle...