Remolino perdido bajo la llama parpadeante, esa luz que corre sin descanso
Vacía, pasea por pupilas abiertas y se esconde jugando en el lumbral.
Ausente cayeron los recuerdos, y sus espinas arden aún en su fuego resistero.
Enrojecido, danzando sin sueños, en ruinas que dejaron cenizas tibias.
Con aquellas tormentas callando sus lamentos. Hay azahares que florecen al viento,
son los rojizos silencios invadiendo, torturando con sus burbujas mudas por doquier.
Canción de extraña melodía; gota fría, diminuto sonidos que retoman
los momentos azules de los grillos, música que cierra las pupilas húmedas.
Desierto poblado de besos, de otros, de ti, te buscan los vientos trasnochados de mí,
solos están allí los que amaron vidas, sobre un jardín que fluye inquieto de cenizas.

ALESSANDRINI MARÍA DEL ROSARIO