Dientes
Soñó que se le caían todos los dientes. En catarata, uno a uno desfilaban ante sus ojos, y él, imperturbable, con la boca abierta. Aquella vez supo que algo no andaba bien, pidiendo un turno con una psicoanalista.
Sin dolor fueron cayendo al piso. Se pregunto” ¡¿qué me estará pasando?!”
Al saber el costo de la sesión, decidió que había sido un sueño pasajero.
Su hija nacida con una malformación genética, trasposición de los grandes vasos del corazón, había sido intervenida quirúrgicamente en el hospital Garrahan. Dicha operación, la primera en Latinoamérica, por lo que los cirujanos cardiovasculares no le auguraron un procedimiento que garantizara su existencia y sí un largo período post operatorio.
Chiquita, ella, indefensa. Un cachorro humano que vino al mundo sin quererlo.
Cuarta hija de un matrimonio desavenido, con discusiones cotidianas, gritos, destemplados y sórdidas recriminaciones.
Juan, mujeriego de profesión, deseante de todas las mujeres, no podía sustraer la mirada de los pechos y colas que deambulaban por allí. Lo que más le atraían eran los muslos de las féminas que desembocan en ese antro de perversión, según Lola, su mujer. Las piernas gráciles, con esa vibración de seducción que tanto atrae al caminar. Era inevitable a sus órganos genitales, siempre atentos, dispuestos. Su verga indómita, falo de poder y de gloria, que todo lo podía hacer, menos darle sobrevida a Malena.
Malena no sobrevivió a la intervención, Juan siguió derramando esperma por allí, peor que antes, y cuando iba al cementerio no podía dejar de mirar a las mujeres que venían a expresar su dolor por sus difuntos, con todos los dientes sonriendo en su boca.
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