Existe una ronda infantil que siempre me gustó: “Soy cojo de un pie”, interpretada por el coro de la Compañía Infantil de Televicentro. Es una versión muy antigua, quizá de hace cincuenta o sesenta años; sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, creo que sigue vigente en el gusto de los que eran niños por aquella época, incluido yo. Al menos por acá, en Mexicalpan de las Garnachas. Veinte años después, en los años ochenta del siglo pasado, también fascinó a mis hijas, junto con muchas otras rondas interpretadas por el mismo coro: El patio de mi casa, Mambrú se fue a la guerra, Matarile rile ro, Hilitos de oro, Doña Blanca, y más. Las canciones de Cri cri, también hicieron mella en ellas. ¿Cómo olvidar El chorrito, El ratón vaquero o La muñeca fea?
Hay mucha nostalgia en estas líneas, recuerdos de hace muchos años y pequeñas anécdotas de ésas que entibian el corazón. Porque el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, como reza la canción de Pablo Milanés, pero la memoria aun imperfecta como es, nos deja chispazos de lo vivido, seguramente embellecidos por el paso del tiempo, tamizados para conservar solo lo bueno de ellos.
Pero el motivo principal de este texto es la ronda “Soy cojo de un pie”, que en parte de su letra, dice: “Soy cojo de un pie y manco de una mano, tengo un ojo tuerto y el otro apagado”… Y resulta que desde hace un par de semanas, un maldito dolor en la rodilla izquierda no me deja caminar como yo quisiera, tengo que andar con tiento, porque cada paso representa cierto dolor, que tal vez no es exagerado, pero sí bastante molesto, así que ando cojo de un pie; luego, el dedo meñique de la mano izquierda ha empezado a dolerme, sin saber con certeza la razón, si lo traduzco a la ronda infantil, andaría medio manco de una mano. Si a eso añado que desde hace ya un chorro de años, uso lentes por una miopía creciente, podría decir que tengo un ojo tuerto y otro apagado.
Por otro lado, el contagio por la pandemia sigue haciendo estragos por acá. La Ciudad de México ya está de nuevo en semáforo rojo y Nacoalpan, que es el municipio donde vivo, está en el naranja. Además, uno de mis mejores amigos se acaba de contagiar del bicho y eso que ya tenía sus dos dosis de la vacuna, he hablado por teléfono con él y aunque no se ha sentido excesivamente mal, no deja de ser preocupante dónde y cómo se contagió, si según me comenta seguía las normas de cubrebocas, lavado de manos, sana distancia, careta, uso de gel, etc, y de todos modos se enfermó.
Nada de esto es una queja, sino solo un modo de comentar algo. Mientras, me quedo cantando la ronda que tanto me gusta:
“Soy cojo de un pie y manco de una mano…”
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