Una tarde en un restaurante ubicado frente a la Plaza México descubrí a un torero vestido de luces y salpicado de sangre ajena. Insidiosamente me le quedé mirando a sus orgullosos ojos azules, casi enseguida él volteó hacia mí levantando su mano derecha en forma de saludo y agradecimiento, en lugar de contestarle su arrogante ademan irónicamente y a voz abierta le pregunté: “¿Por qué no te enfrentas a los toros sin armas…, de animal a animal?”
Luego de unos segundos de silencio el tipo se levantó de su silla y enfurecido se acercó a mí contestándome con un fingido tono españolado: "No sé quién seáis, pero por educación me permito decirte que lo que yo hago es arte. Es jugarme la vida cada que salgo al ruedo". Al escuchar su fingida voz diciendo esa respuesta tan estúpida y prepotente le contesté un poco molesto : "¡Lo que tú haces no es arte!... tú asesinas
cobardemente a un indefenso animal que no pretende encararse a ti, ni a tus cómplices de puya y banderillas. El animal sólo se defiende porque es lanzado al ruedo a enfrentar a unos asesinos".
Con la mirada puesta en sus ojos, por unos instantes guardé silencio en espera de su respuesta. Después de varios segundos, con una sonrisa nerviosa y temerosa, él dio unos pasos hacia atrás haciéndolo más por cobardía que por incomodidad. Burlándome de su temor y sin bajar la vista lo reté: "Vamos, enfréntate a mí, de animal a animal, de hombre a hombre. Seamos los nuevos gladiadores de la Plaza México. Hagamos arte con tu sufrimiento y con el mío, pero en igualdad de condiciones; sin subalternos, sin armas, sin escudos…; golpe a golpe, atacándonos con cualquier parte de nuestro cuerpo hasta que uno de los dos consiga la muerte del otro o hasta que el vencedor decida dar el indulto al perdedor".
El torero con la cabeza gacha y la voz un tanto temerosa me respondió: "Eso nunca lo haría. Jamás expondría mi vida de esa manera tan estúpida ante un demente como tú". Alzando la voz, pero cuidando mi léxico le contesté; "¿Crees que los toros desean exponer su vida ante asesinos demenciales como tú? Asesinar no es un arte y... de tu arte a mi arte, prefiero mearte”.
FIN
Jerry Méndez
|