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Otro texto muy antiguo que quizás aún tenga vigencia.

Metido en diversas lecturas, me he topado con un delicioso cuento de Katherine Mansfield: Sitla, así aparece escrito el título en un breve volumen de cuentos de humor ingleses, que he adquirido al pasar, en uno de los tantos “kilómetros de libros” que aún existen en diversas estaciones del metro. Sin embargo, luego de su lectura, me atrevería a decir que tal nombre es erróneo, porque durante el relato no aparece por ningún lado algún lugar que se llame Sitla, ni hay referencia alguna hacia algo o alguien que pueda ostentar dicho nombre; pero sí, durante el desarrollo del cuento, el personaje central Oswald, repite en diversas ocasiones la frase: “Sí tía”, afirmación forzada que no tiene más remedio que proferir, llevado de aquí para allá por las circunstancias y el carácter férreo de su tía Úrsula, mujer adinerada de donde fluye gran parte de la manutención económica de este hombre bueno para nada. Es un pequeño drama familiar que se desliza con suavidad y precisión con una crítica mordaz, hacia todos aquellos hombres que navegamos en la vida de la manera más cómoda posible sin querer tener problemas ni comprometernos a nada y hacia esas mujeres capaces de sacrificar su vida con un matrimonio conveniente que les permita manipular al marido para lograr sus propios fines, cueste lo que cueste.
El librito, que forma parte de una abundante serie de libros esenciales y clásicos de la literatura, cuyas ediciones se han tornado muy populares por su bajo costo y la facilidad de acceder a ellos, contiene también algún cuento de Chesterton, J. M. Barrie, Rudyard Kipling y otros, que dan un panorama preciso y veraz de la sutileza del humor inglés, tantas veces elogiado. Todo lo anterior, me lleva a desear obtener los Cuentos Completos de la Mansfield, que según sé son más de 70 y muchos de ellos de magnífica factura.
De alguna manera también he arribado al “Mar de Iguanas” de Salvador Elizondo, escritor excepcional que apenas comienzo a descubrir, a pesar de haber leído desde temprana edad alguno de sus textos. Es Elizondo un guía seguro, en el cual puedes depositar tu confianza para navegar por las más agitadas aguas literarias sin correr el riesgo de perecer en el naufragio; porque Elizondo es un escritor que te lleva paso a paso y casi de la mano, por los mundos, la filosofía, los pensamientos, de los escritores que lo subyugan, ya sea un Borges, Swinborne, Paul Valéry, Ezra Pound. Y aquí es donde comienza la maravilla; mientras Elizondo va comentando los avatares de su autobiografía precoz, desgrana por igual el conocimiento profundo de sus lecturas y escritores más queridos; así sabemos de su amistad y días de vino con William Borroughs, del paso de Arthur Miller por el hotel Chelsea, de los inquietantes poemas de Swinborne, de lo gratamente sorprendido que lo dejan los cuentos de Machen. Y sabemos también de Silvia, la bella mujer que ha de convertirse en la primera esposa de Elizondo.
Con una educación multicultural bien desarrollada, un espíritu crítico observador y despierto, aficionado frecuente del alcohol, Elizondo logra parir un libro esencial: Farabeuf, que marca prácticamente el inicio de una carrera deslumbrante, que con el paso de los años ha de reafirmarse con cada obra escrita: El Grafógrafo, Elsinore, Narda o el verano, Teoría del infierno, Camera lucida…En cada uno de ellos Elizondo despliega su sapiencia literaria, su cultura cosmopolita, su afán de explorar hondamente no sólo la literatura, sino también el cine, el periodismo, la docencia, la creación de revistas.
En sus textos, Elizondo nos muestra también el hombre que es, culto, sensible, preocupado y ávido de saber, de conocer, de comprender el mundo, visto a través de sus penetrantes ojos observadores. No hace concesiones, ni siquiera con él mismo, para criticar duramente lo criticable, lo mal hecho, lo que duele, las dudas existenciales, la infancia. La infancia le llama poderosamente la atención. Aparte de los lúcidos ensayos, nos deja un cuento que muestra lo crueles, lo violentos que pueden ser los niños, si se les induce de alguna forma, a adoptar cierta personalidad o actitud. “Ein Heldenleben”, es un relato lleno de niños, de sentimientos encontrados, de incipientes amores, de un nacionalismo absurdo que lastima, que hiere, que fue capaz de matar a miles de seres humanos.
Para rematar estas notas, comento que he ido a “Sanborns”, una tienda departamental cercana a casa que cuenta con una librería más o menos decente. En ella, deambula uno por sus pequeños y angostos pasillos, sin percatarse demasiado de la incomodidad del espacio, porque puede uno encontrar pequeñas joyas literarias nomás a tres pasos, al alcance de la mano. De esa manera encontré el paquetito de Bruguera, 3 novelas envueltas en celofán, mustias, apagadas porque no decían nada, simplemente estaban ahí, en el anaquel, dispuestas como damas de la noche, a dejarse llevar por quien las levantara. “El amante”, de Alberto Manguel. “Todos se van”, de Wendy Guerra. E “Historia del general Dann”, de Doris Lessing, conforman esta trilogía de precio irrisorio, donde ha sido una verdadera sorpresa la lectura de “El amante”. Anatole Vasanpeine, a través de Manguel, nos muestra los lugares más recónditos, íntimos, extraños, quizá podridos, de su alma desquiciada; poseedor de una sensibilidad desusada, se interesa por lo minúsculo, lo fragmentario, lo amorfo, como si cada porción o parte de algo formara un todo. Un librero, Monsieur Kusakabe, le enseña los secretos de la imagen, así aprende a tomar y revelar fotografías, convirtiéndose en un hábil artesano de las mismas. Su trabajo en unos baños públicos, lo lleva a fijar, sería mejor decir a adorar, los detalles del cuerpo humano. Tal vez El Blasón, esa forma poética de los siglos XV y XVI, podría ser el antecedente perfecto para describir la afición de Vasanpeine. El librito se lee casi de una sola sentada. Y deja un sabor de boca muy especial, el de haber aprovechado su lectura, de no haber perdido el tiempo miserablemente.
El libro de la Lessing y el de Wendy Guerra, son un misterio, no los conocía ni de nombre; cuando los lea quizá descubra que son un portento; como los poemas de Swinborne que recién acabo de descubrir, gracias a Salvador Elizondo. Será por la emoción que me ha causado encontrarlos, me permito transcribir aquí uno de ellos, muy breve:

PENA

Tristeza, alado ser que recorres el mundo,
Aquí y allí a través del tiempo, pidiendo reposo,
Si reposo es acaso, la dicha que el Dolor reclama.

Un pensamiento yace cerca de su corazón,
Profunda pena de voluptuoso calor,
Una hierba seca en el río.
Una lágrima roja que recorre la corriente.

Corazones que cortan las cadenas.
El vínculo de ayer será el olvido de mañana.
Todas las cosas de este mundo pasarán,
Mas nunca la pena.

Texto agregado el 04-08-2021, y leído por 169 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
05-08-2021 leerte y tenerme lástima es todo uno. cuántas cosas me perdí cuantos autores que nombras no conozco. Este no es un comentario es un MEA CULPA- tE FELICITO Yvette27
05-08-2021 Sencillamente genial!!!! me encantó! vidalsabago
05-08-2021 Qué disfrute viajar por ese cuaderno de apuntes que recopila un sinfín de historias. Lo entretenido del caso es que a partir de tus muchas recomendaciones -que despiertan curiosidad- nace un nuevo relato lleno de magia y encanto para nuestro regocijo. Saludos y gracias! Sheisan
04-08-2021 —Desde mi punto de vista los apuntes derivados de tus propias lecturas son los que le dan a tus escritos ese sabor literario que me atrae e incita a leerlos y comentarlos. Por otro lado sostengo que si bien hay una fecha en que se escribió, desde el momento que es publicado pasa a ser de lectura periódica por lo que creo que no merece el adjetivo de antiguo, así nacen los clásicos y se transforman en atemporales. Demás está decir que al leerlos siempre aprendo algo más. —Un abrazo. vicenterreramarquez
04-08-2021 Quizá en este mundo nuevo para muchos en cuestión de libros lo que escribes pueda guiar a más de uno en la buena lectura, esa que encontramos únicamente en libros ya que ese el instrumento ideal que nos permite disfrutar una buena lectura y sentir en nuestras manos el poder acariciar dicho libro. Entiendo que mediante una computadora o un celular se puede obtener lo mismo... pero no es lo mismo!!! Saludos. ome
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