Poema


El humo y el... otro


Ayer cuando fumaba no podía distinguir…
las cepas de la uva.
En cambio desde que deje el cigarro…
tampoco las puedo distinguir.
Pero sí puedo asegurar que el vino y la comida…
me saben ¡Muuuucho mejor!

Ayer cuando fumaba me cansaba
al correr cien metros en el prado…
y tan solo uno en la cama.
Hoy mis músculos se solazan…
porque aunque no llegue a los cien en el prado
y apenas dos o tres en la cama,
igual siento que ahora mis poros transpiran
destilado de hombre y no sudor de tabaco.

Ayer cuando fumaba creía que…
cigarrillo y alcohol eran hermanos,
y me convencí que si eran complementos
a mi salud les haría mucho mejor.
Pero el infarto me dijo que uno era muy malo
y el otro, con cuidado y esmero, era bastante mejor.

Hoy que ya no fumo, mis pulmones agradecen
el respirar con mucha más libertad
y mi paladar goza con el vino
en la medida que recomienda el doctor.
Pero sí, paladar y pulmones, ya hartos,
despotrican contra el smog de la ciudad.

Con esto que digo bien sé que…
los tabacaleros me van a maldecir.
Pero espero que los viñateros
con cariño me sepan bendecir.

Y dejando modestia de lado,
quiero que siempre me recuerden,
bautizando un reserva tinto especial
con mi nombre y mis dos apellidos.

Y hasta que muera me abastezcan
con la justa medida para cada mes,
con un Gran Reserva Cabernet Sauvignon.
y sin costo alguno, puesto en la puerta de mi casa.



El infarto de miocardio lo tuve en 1995 y desde ese momento nunca más volví a fumar.
Lo que si lamento que después de tantos años ningún viñatero me ha hecho un cariño ni siquiera con una botella, debe ser porque ninguno de ellos ha leído esto que escribí.

Incluido en libro: Todos los vientos
©Derechos Reservados.