"Es una atmósfera mágica,
perderte dentro
para encontrarte más tarde.
Los Dioses miran...
Luz y sangre destellan las cuentas
en un incendio de gemas.
Mientras las viejitas
tejen hilos almibarados,
estalla la luna naranja
en los párpados.
La música enloquecida,
las frases secretas, peregrinas,
y los astros,
marcan los días esfumados.
Incandescente,
el incienso se refleja en el cristal.
Ya me visto de noche y estrellas,
para ir de tu mano
a descubrir el planeta.
El vuelo de la luciérnaga y el del águila,
parpadean entre las velas,
cincelando la flor de oro que se expande
embriagando mi pecho.
Nos internamos en el ayer de los siglos,
en la voz interna,
en el sol frío de nuestro espíritu,
casi en la frontera...
Entonces con sed abrasadora,
bebemos juntos de la fuente de la vida,
y vemos crecer a una violeta
palpando asombrados el vientre de la tierra.
Acrisolamos el tormento de los soles eternos
dentro del mágico carrousel de un momento.
Y volamos sobre la libertad
dejando atrás el horizonte atávico,
ya que ahora, sin huellas ni auroras,
somos viajeros del tiempo y del espacio.
Y la gracia de tus pensamientos
florece con los míos,
son exquisitos;
centelleantes como campanas rituales.
El viento ulula en mis brazos,
entre las tinieblas salvajes, la luz y el rayo;
y es nuestro el amanecer,
junto a la sagrada inmortalidad del ocaso."
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