La aplicación de Uber me lo envió a él y su prolijo taxi esa fría y ventosa noche invernal de Montevideo.
Los diez minutos a mi destino invitaban a romper el silencio, le pregunté lo habitual: mucho trabajo, ya terminas?...
El joven conductor sonrió a través del espejo: -Llevo ya doce horas en el auto, conduciendo.
Doce horas en esta jungla ?... No es demasiado trabajar ? pregunté curioso
Extendió su mano derecha señalando una foto pequeña en el panel de instrumentos en la cual sonreía bellamente una joven.
-Ella lo vale... dijo con un tono suave que jamás olvidaré.
Continuamos en silencio, no supe que decir... esas tres palabras habían robado las mías
Sigo subiendo a taxis en noches invernales y entablando conversaciones, dudo volver a encontrar en ellas ,una expresión similar sintética de amor...