Revisando mis antiguos relatos que hoy descansan ordenados en esta generosa página, constato que en muchos de ellos emití juicios alocados, tuve la osadía de evocar sensaciones prohibidas y la desfachatez de saludar a las respetables damas en ese Día de la Mujer metido a matacaballos en el calendario. Me conduelo de haberles rendido homenajes apestando éstos a colonia barata masculina. Incurrí en frases que hoy serían pruebas concretas e innegables para arrojarme de cabeza a alguna lóbrega mazmorra.
Los tiempos cambiaron y convengamos que se ha hecho justicia a tantas situaciones deplorables que la sociedad acostumbró por años, sino por siglos, a almacenar debajo de canónigas alfombras. Hoy, a cada instante restallan a los vientos las trompetas de alguna reivindicación y hasta nuestra aporreada biósfera se sumó en este entuerto por el abuso concertado que le han infringido las grandes potencias y toda la cohorte de la humanidad a la zaga, originándose bíblicos diluvios sobre Europa y ahora China, rostizando al palo, de manera inversa, a regiones acostumbrada a climas más mentolados.
Reconozco todos esos grandes logros y los aplaudo, separando cauteloso el tema climático. Pero, hojeando la prensa y viendo los noticiarios de la TV, creo que todo este asunto ya nos está transformando en una sociedad más papista que el propio papa con sospechoso aroma a macartismo a las finas hierbas. Pruebas al canto: a una tradicional golosina denominada Negrita, ahora se le denominará Chokita, para no pellizcar epidermis más delicadas y no me cabe la menor duda que esta situación escalará a alturas inimaginables. Quizás ya no reconozcamos al betún para zapatos negros en un envase que publicite que es una crema para calzado que es lo contrario a claro. Se escabullirá la denominación, firmado todo esto por el concilio Caza de Brujas S.A.
Recuerdo con nostalgia a los guatones de mi niñez, un caramelo ordinario y similar a la chancaca que uno masticaba con saña y paladar desprolijo. Nadie habría osado sugerir que a estos caramelos se les denominara de un modo más digno. Hoy, pocos los recuerdan y descansan en paz en nuestros almanaques mentales como unos guatones cualesquiera.
Mejor dar vuelta la página, previa averiguación sobre qué larvada situación se podría detonar a raíz de este gesto. Psicosis ad portas.