Suplicio parte 11
Nacho estaba apenado por el ataque te tuvo la noche anterior. Gerardo estaba en la concina preparando el desayuno.
-Buenos días dijo nacho entrando a la cocina.
-Qué tal dijo después de un silencio. Estoy preparando huevo con jamón y café.
-Gracias. Lo de ayer
.
-Tranquilo. No tienes que explicarme nada.
Gerardo puso su mano sobre la de Nacho y eso provocó en él una serie de emociones que no pudo explicar en ese momento.
Una semana después, Blanquita se salió de nuevo. La buscaron por las caballerizas, por el jardín, en toda la casa, pero no la encontraron. Santos la buscó en el último lugar en el que estuvo con Sheila, la capilla.
- ¡La encontré! gritó Santos de la mano de Blanquita quien estaba asustada.
- ¿Dónde estaba? preguntó Eliseo.
-En la capilla. Estaba sola, rezando.
-No puede ser. Ya no recuerda nada.
La llevaron a su cuarto para intentar dormirla. Sheila dejó dicho en la institución que había renunciado al trabajo por diferencias con el dueño del rancho.
Días más tarde, la esposa de Santos dio una lección a Eliseo acerca de su comportamiento.
-Ya no sé qué hacer con Blanca. No hay quién la cuide.
-Claro que tiene quién la cuide Soltó la mujer.
-Vieja, no te metas en problemas Santos le dio un codazo.
-No Santos, ya no. Estamos hartos, al menos yo. Usted tenía a una persona increíble que le estaba ayudando con su abuela ¡no le diga Blanca, es su abuela! y dio la vida por usted mientras sus padres huyeron de sus responsabilidades. Creció junto a nosotros. No es justo que se desquite con nosotros por todo lo que le ha pasado. No tenemos la culpa del suicidio de su abuelo, de la muerte de sus padres ni que su esposa, la seño Flor se haya muerto. No se vale que sea así con las personas que quieren lo mejor para usted. Perdón si me cuesta el trabajo, pero se lo tenía que decir dijo la mujer cruzando los brazos.
-Nunca quise lastimar a nadie Eliseo se limitó a decir.
-Pues ha sido así desde que su esposa murió y no merecemos ser tratados así. La señorita Sheila fue de gran ayuda para su abuela. Yo creo que tendría que llamarla para disculparse y pedirle que regrese a cuidar a su abuela.
A Santos le temblaban las piernas. Su esposa había sido Valiente al decirle sus verdades en la cara a Eliseo, mientras que Marcela, la esposa de Santos salió del despacho muy molesta pero asustada por lo que había pasado ahí. Otros empleados estaban felices y desde lejos le aplaudían haberse puesto en su lugar a Eliseo.
Ya entrada la noche, Eliseo llamó a Santos a que se presentara en su oficina.
- ¿Me llamó patrón?
-Toma asiento.
- ¿Perdón? preguntó Santos.
-Que te sienten le indicó.
- ¿En qué le puedo servir? Santos tomó su sobrero en manos.
- ¿Crees que soy mala persona?
-No lo creo pensó su respuesta.
- ¿Crees que le debo una disculpa a la cuidadora?
-Sheila. Se llama Sheila. Y sí, creo que le debe una disculpa.
- ¿Tú la llévate de regreso?
-Sí.
-Mañana me vas llevar.
Continuará
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