Este es un texto muy muy antiguo. No sé si aún conserve la frescura de entonces.
Abriré la caja de cristal
donde he guardado mi más disparatado sueño,
lo dejaré volar en libertad total,
pleno, rebelde, sin freno.
Es mío este loco anhelo,
que lleva escondido entre sus albas alas,
la añoranza por el olor perfumado de su pelo,
por mirarme en sus ojos de noche y estrellas.
A higo, agua dulce y miel
saben sus labios frescos;
de barro claro y fino, es la piel;
de leche con café sus tibios senos.
Si esta mujer creyera
en mi amor sincero por su rostro sereno;
por su gracia altanera;
si presintiera mi punzante deseo por su cuerpo.
Su alma transparente
me habla de abismos y profundidad;
su corazón, del deseo latente
de entregarse a voluntad.
Me encuentro
con el pecho al descubierto;
mientras mi deseo vuela presuroso,
hasta ella.
Que la niña de azúcar me atrape.
Que no deje que me pierda.
Que no deje que me humille.
Que no me olvide.
Por ella,
pinto corazones en los árboles
y ensayo pequeños poemas.
Por ella,
soy río que corre y no cesa,
que no tiene penas.
Por ella,
soy león y cordero al mismo tiempo,
terrible y tierno para dar el amor.
Por ella,
me siento poeta y escribo, escribo,
escribo y escribo; amo, escribo, amo,
sonrío, amo y escribo. Stop.
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