DESENCUENTROS II

Cuál es tu nombre pregunté
Mashiara me repsondió
De alguna parte recordé, Mashiara, en la Antigua lengua, Amor perdido...

SS.


Acababa de salir de la casa de Mi Madre. su avanzada edad la había puesto en un estado delicado, así que iba visitarla cada semana, estaba en esa etapa de la vida en que necesita muchas demostraciones de afecto, bueno, como todos supongo, pero la gente más joven soporta mejor la indiferencia y mi madre siempre ha sido una viejita llena de esa inocencia pueblerina y con los años, esto había ido aumentando

Caminaba con paso cansino hacia la esquina de la calle pensando en mis asuntos y al doblarla, estaba ahí
Conocía el rostro, si bien, habían pasado algunos años, era la misma que había visto tantas veces, una vecina de algunas casa más allá
Al verla pensé en lo extraño de la vida a veces, sentir que la conocía por haberla visto tantas veces pero no sabía nada de ella
Ni siquiera sabía su nombre
Tenía su pelo amarrado y llevaba una bolsa seguramente de las compras en la mano
Al verme, abre unos enormes ojos negros como sobresaltada. Yo la miré, pero no quise incomodarla así que bajé la vista y planeaba pasar por el lado cuando ella me saluda
Hola vecino, me dice
Yo me sorprendí de su saludo, en todo el tiempo que vivimos cerca, nunca habíamos hablado, quizás ya era hora de que lo hicieramos...
Hola, le respondo
De visita?, me pregunta
Si, le dije,
Vine a ver a mi madre, ella está viejita y no queremos que se olvide de lo mucho que la queremos, le agregué por decirle algo
Que bien. me dice
Después de este diálogo intrascendente, se hizo una especie de silencio
A mi los silencios no me incomodan, no todos, pero esta vecina era una desconocida para mi, ahí, tan cerca y por primera vez hablando con ella, la miré con más atención
Su cara reflejaba una indecisión, como si no supiera cómo debía seguir
No me gustan las conversaciones forzadas y soy malo para socializar creo por iniciativa propia, es decir, no me cuesta pero prefiero no hacerlo
Bueno, le dije, Me dio gusto saludarla, y caminé una vez más por su lado
Entonces pensé que no sabía su nombre, así que me detuve y le dije
Disculpe vecina, ¿cuál es su nombre?
Ella me mira como sorprendida y casi como insinuando una sonrisa me responde
Cristina, me llamo Cristina
Cristina, pensé. lindo nombre
Iba a decirle el mio
Yo me llamo
Felipe, me interrumpió
Se llama Felipe, lo sé, me dijo
Si, me llamo Felipe
Y nuevamente el silencio
En este nuevo silencio, en esta pausa en que nos quedamos mirándonos, en este encuentro inesperado. Sentía que algo estaba pasando pero no era muy consciente de qué era
Sorprendente como cambian las percepciones, con tan pequeños detalles, ahí, en un encuentro de un minuto, sentía que habíamos creado un vínculo.
Pero la vida sigue, yo no sabía qué decir y al parecer, ella tampoco, así que nuevamente me despedí
Giraba para seguir mi camino, cuando ella de repente me pregunta
¿Cómo va la vida de un casado vecino?
Me sorprendió la pregunta, no la esperaba, pero ante la sorpresa, no alcancé a urdir una respuesta mejor, así intenté ser sincero
Difícil a veces, pero en general bien, le respondí
Diría que me resigné, agregué intentando ser gracioso

La miré, me pareció que estaba nerviosa, incómoda, entonces como si se hubiera estado debatiendo entre dos caminos y hubiera por fin decidido uno, me dice
Yo, tengo que decirlo, casi hablando consigo misma
Me mira, estaba muy nerviosa, parecía que le costaba hablar
Cuando supe que se había casado, lloré creo que por dos días seguidos

La escuché y se formó un vacío en mi interior
No supe qué decir
Me quedé de pie, helado, inmóvil, sin decir nada
Y ella, como si se hubiera sacado por fin un peso de encima, exhaló un suspiro sintiéndose aliviada
Sus ojos brillaron como habiéndose librado de una carga, me insinuó un sonrisa
Cinco, diez segundos
Sin decir nada giró en dirección contraria para seguir su camino
Yo la vi caminar, como si la viera por primera vez, me pareció hermosa
Pero ya estaba todo dicho, así que también me giré
Y seguí el mío…


Ishamael