Poema
Que nadie limpie mi teclado
Nunca sacudan ni limpien mi teclado,
cuando tenga tiempo, yo mismo lo quiero hacer.
Hay que hacerlo con cuidado y esmero,
un poco de voluntad y saber por dónde empezar.
Tiene polvo de la calle que entra por la ventana,
polvo cósmico que recogió mi pelo en el viento,
polvo respirado con ácaros causantes de mi alergia,
y tiene polvo del tiempo de los versos olvidados.
Entre sus teclas, hay migas de galletitas y pan integral.
Restos de empanadas, queso, aceitunas, maní y almendras.
Manchas de vino, de té, café instantáneo y mermelada,
también aureolas de gotas de ron, algunas de martinis.
unas cuantas de vodka, también las hay de perfumes
y hasta puede haber un poema escrito con lágrimas perdidas.
Y hay otra parte donde sé que mucho voy a encontrar.
Es bajo la costra que el tiempo fue formando sobre las teclas
compuesta de polvo, sudor digital y humedad de alcohol.
Allí, con certeza, lo que más puede haber son palabras,
dichas en momentos de romances reales y virtuales
superpuestas a otras ligadas a una discusión sin razón.
A todas esas palabras y letras dispersas quiero recoger
porque pienso que con ellas, algunas que puedo inventar
y otras tantas que olvidé debajo del espaciador,
más las que están enredadas en la rueda del mouse,
pueda quizás, con calma, paciencia, puntos y comas,
darle forma y sentido a ese poema que siempre quise escribir.
Por favor, que nadie limpie mi teclado...
no quiero que se pierda todo lo que él sabe de mí.
Si eso se pierde, es probable que también me pierda yo.
Incluido en libro: Simplemente el viento
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