-Por ahora solo dibújame, - luego veremos.
Esa noche fue una de las noches más maravillosas que había pasado en toda mi existencia. Primero hice un dibujo al carboncillo, la dibujé desnuda por completo porque antes de empezar se quitó la ropa interior, ella mismo escogió la pose en que debería dibujarla, la pose era muy erótica y muy sugerente. Era la primera vez que dibujaba una mujer tan hermosa, no sé cómo pude hacerlo ya que de solo verla mi corazón aceleró su palpitar, al punto que creí salirse de mi pecho, además sentí un sinnúmero de emociones placenteras. Mi mano empuñaba con seguridad el lápiz cuando tuve que utilizarlo, seguí el relieve de su cuerpo con suma precisión. En otras ocasiones utilicé la barra de carboncillo. No puedo negar que me excité mucho cuando dibujaba sus pechos y su parte más intima. El verdadero artista debe dibujar y pintar con placer, pues en ese momento mis pulsaciones eran de vida y no de muerte. Al terminar se levantó y miró el dibujo, me sonrió y luego me dijo:
-Buen trabajo, te felicito.
-Gracias,- hice lo mejor que pude,- te dibujé con placer.
-Supongo que esta fue la primera vez que dibujabas a una mujer desnuda, por un momento llegué a pensar que se te saldrían los ojos, pero me equivoqué.
-Te equivocaste, pues las emociones se sienten por dentro, - no puedo negar que eres muy sexy, máxime desnuda, - gocé la experiencia y a partir de hoy me dedicaré a la pintura estética, - las reproducciones me permiten vivir bien, pero no desatan mis emociones.
-Me alegra escuchar lo que dices, ¿Puedo hacerte una pregunta?
-No solo una sino las que quieras - le respondí.
Con ironía - me preguntó:
-Te mojaste mientras me dibujabas, - dime la verdad.
Me mojé pues dibujarte desnuda me produjo, una sensación de placer infinita, - llegué al orgasmo, te lo aseguro.
Se rio y luego fue hacia el baño a pegarse un duchazo, mientras regresaba, fui a la cocina a prepararme un café bien cargado. Me lo tomé bien caliente, el café aumentó mi temperatura corporal, la ambiental estaba en 38 grados, sentí calor en todo mi ser y sudé más de lo normal. Volví al sofá donde ella posó para mi y esperé a que regresara. Al rato llegó muy fresca, esa noche vestía un pantalón vaquero con rotos y una blusa negra que dejaba apreciar parte de sus pechos hermosos. Me pidió un café, fuimos a la cocina y ella misma se lo sirvió. Después de tomárselo me dijo:
-Me voy, pero volveré muy pronto, pórtate bien y sé feliz todo lo que puedas, sólo se vive una vez.
La acompañé a coger un taxi, nos despedimos de abrazo fuerte, por poco nos besamos en los labios, se subió pronto al vehículo y se fue hacia el sur. No quise preguntarle nada, ella es una mujer a quien no le gusta que indaguen asuntos de su vida privada, así que me quedé en silencio viendo desaparecer el taxi en la distancia. Enseguida regresé a mi casa, encontré a mandingas en la sala, mientras dibujaba a María de los Ángeles, mi perro estuvo en silencio, no escuché ni un solo ladrido, él sabe como comportarse cuando llegan visitas agradables, pues cuando son desagradables es capaz de atacar, mi perro sabe distinguir las buenas personas de aquellas que no lo son. Tenerlo a mi lado es prenda de garantía porque no solo cuida la casa sino también a mi. Yo soy muy fiel con él y mandingas conmigo.
No pude dormir todo lo que restaba de la noche, María de los Ángeles no quiso irse de mi memoria, por más que intenté dormir no pude, por estar pensando en ella, dejó impregnado su aroma en mis manos y en mi ropa, ella es de esas mujeres difíciles de olvidar, una vez que entran a la vida de un hombre se vuelven imprescindibles como el aire y el agua, como el alimento y el fuego. Desde ayer sentí que no era el mismo, sensación que corroboré cuando me vi al espejo, mis ojos tenían un brillo intenso que antes no tenían, mi rostro se veía muy feliz, una felicidad fuera de lo común. Ella produjo ese cambio en mi cara y en mi alma, ojalá que mañana o pasado no tenga que pagar con lagrimas por este momento tan hermoso que estoy viviendo. Yo no quiero una felicidad transitoria, yo quiero una felicidad eterna, producto de un amor intenso que me haga gritar de emoción y placer.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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