El hijo Succionando tu seno tibio mis ojos anclan en los tuyos. Puedo ver ternura, frustración, miedo y cansancio. Tu regazo me acuna envolviendo de seguridad mi corta vida Mis demandas son inmensas. Y tu respuesta sin demora me obliga a advertirte: No tienes culpa de nada. No vivas tus sueños en los míos. No dejes que yo devore los tuyos. Hagas lo hagas, seré ingrato. Haré mi camino solo y habrá momentos (muchos) en los que mis espacios no querré llenarlos contigo. Por eso, esta comunión que hoy tenemos será algo irrepetible. Mírame y abriga con el manto de tus brazos este momento que será eterno en los dos.
Texto agregado el 10-07-2021, y leído por 144 visitantes. (1 voto)