CAPITULO 11 ME ATRAJO SU AROMA
Después de la entrevista que le hicieron al bachiller bobo, hablamos cinco minutos más y me despedí de Matías, no soportaba verlo ni un minuto. Antes de irme a casa fui a darme una vuelta por el terminal, lo hice caminando, no quería llegar tan pronto, menos mal le había dejado bastante concentrado a mandingas para que no fuera a aguantar hambre. Subí al tercer piso a ver cómo despachaban los buses a las diferentes ciudades, me dio nostalgia no poder viajar en ese momento, pues quería huir de todo, hasta de mi mismo, pero no podía hacerlo pues tenía compromisos y, además quería resolver el misterio de Ilona lo más pronto posible. Ahí estuve como una hora, luego salí de la terminal de transportes y fui a abordar un bus del transporte masivo. No era demasiado tarde, el bus iba lleno de pasajeros, no había ningún puesto desocupado donde pudiera sentarme.
Me agarré fuerte del tubo metálico, pues el conductor aceleró la velocidad. De repente sentí un olor que me era familiar, miré a lo largo y ancho del bus con la intención de encontrar a algún conocido, pero no, todos los pasajeros eran extraños, la mayoría obreros y amas de casa que regresaban muertos de cansancio a sus hogares. Habían salido desde temprano y apenas regresaban a ver a sus hijos. Poco a poco el olor se hacía más penetrante. Tuve un pálpito y desee que se hiciera realidad. Me desplacé a la parte trasera del bus y sucedió lo que yo deseaba, en la última banca del bus iba sentada María de los Ángeles. Me atrajo su perfume, me quedé mirándola con mirada penetrante, no dio ninguna señal de haberme reconocido, es más, hasta desvió la mirada hacia otra parte. En ese momento dude que hacer, pero al rato me armé de valor y le dije:
-Tengo la impresión de habernos conocido antes.
Enseguida - me respondió:
-Puede ser, en el mundo hay dos caras iguales.
De inmediato - le respondí:
-Pueden haber tres, cuatro y hasta cinco caras iguales, pero juro que a usted la conozco.
En su rostro se dibujó una sonrisa irónica que duró muy poco, pues al instante me sonrió con dulzura y en tono amable me dijo:
-Tienes razón, yo soy María de los Ángeles, no aspiraba a encontrarte de nuevo tan pronto.
-Lo importante es que nos encontramos, yo deseaba este encuentro.
-No me digas y eso cómo por qué.
-Porque me atraes, hay algo en ti que concentra mi atención y mis pensamientos.
-Qué bueno saberlo, ojalá algún día llegué a ser el centro de tu inspiración.
-Muy pronto serás el centro de todo, eso te lo aseguro.
-No me asegures ni prometas nada, porque hoy decimos una cosa y mañana la vida nos obliga a hacer otra y muchas veces tenemos que irnos donde jamás pensamos.
En eso tenía toda la razón, vivimos en un mundo de grandes cambios y debemos estar preparados para ello, de no hacerlo nos quedaremos estancados, uno tiene que ir donde la vida llama, sin importar lo que deja atrás. En ese sentido soy más afín a la filosofía de Heráclito que a la de Parménides. Yo iba de pie y ella sentada, a pesar de esa situación hablábamos sin ningún temor ni vergüenza de los pasajeros. En la estación de Santa Librada se bajó el pasajero que iba a su lado y pude sentarme cerquita de ella. Apenas me senté sentí toda la exquisitez de su perfume y me dejé llevar a mundos imaginarios de los cuales no quería regresar en mucho tiempo.
En 4 estaciones más me tenía que bajar, para ser sincero no quería hacerlo, a no ser que ella quiera que la acompañe a donde va. Con el ánimo de saber que pensaba hacer ella, le dije:
-En cuatro estaciones me tengo que bajar, pero no quiero hacerlo.
-Y eso por qué - me respondió.
-Por qué quiero seguir hablando contigo, así de sencillo.
-Entonces yo me bajaré contigo, yo voy bien al sur, pero esa diligencia que voy a realizar, la puedo aplazar.
-Perfecto, así podremos hablar de muchas cosas que quiero hablar contigo.
-Como quieras, pero ya sabes que en cualquier momento me puedo ir sin darte ninguna explicación.
-De acuerdo, te puedes ir cuando estimes conveniente, si no quieres, te puedes quedar en mi casa.
-Me parece bien - me respondió.
En cada estación subieron y bajaron pasajeros del bus en que íbamos, ya estaba a punto de llegar a la estación en la que debía bajarme. Por Cosmocentro hay muchos lugares a los que se puede ir a escuchar música y a tomar cerveza. Me paré del puesto y seguí a la salida de la estación del transporte masivo, ella se agarró de mi brazo, al menos ya había perdido el temor, eso me dio alegría. Salimos de la estación,- le pregunté si quería ir a mi casa.
Si no tienes ningún problema, vamos - me dijo.
Yo vivía por los lados de Tequendama, así que encaminamos nuestros pasos hacia mi casa. A los 10 minutos llegamos. Ella se veía tranquila y muy amable conmigo. Por un momento me olvidé de las prevenciones que uno debe tener en una ciudad como Cali, sobre todo cuando se trata de llevar personas extrañas a la casa. Esta mujer me tenía tan hechizado que no pensé en nada, por mi la dejaría vivir en mi casa todo el tiempo que quisiera, el tenerla cerca aportaría a mi vida un sinnúmero de emociones agradables, por qué no decir placer también. Abrí la puerta y la invité a seguir, ella siguió tranquila, luego se sentó en el sofá y en con emoción - me dijo:
-¡Qué casa tan linda tienes!
-Me alegra que te guste, está a tu disposición cuando quieras puedes venir, - le respondí.
Antes que siguiera hablando me dirigí a la cocina y traje un par de cervezas bien frías y le ofrecí una, la cual aceptó con agrado. Mientras tomábamos esa bebida deliciosa, hablamos de cosas elementales. Al terminar de tomar la cerveza, - me preguntó:
-Hay un problema que me quede en tu casa.
-En absoluto - le respondí.
Enseguida me pidió prestado el baño, le indiqué donde quedaba, mientras ella iba me quedé sentado en el sofá. Esta mujer me embriagaba con ese perfume externo y con su esencia interna, estaba seguro que de hoy en adelante rompería mis esquemas y entraría a mi vida para nunca salir más. Habían pasado 10 minutos desde que se fue al baño, no había regresado aún, cuando menos esperaba la vi venir, pero volvió solo con ropa interior y tacones. Al verla así suspiré, pues era una mujer muy hermosa, tenía un cuerpo armonioso y caminaba como una yegua de paso. Se sentó a mi lado, me miró con profundidad, sabía que era hermosa y manejaba la situación con mucha calma. Enseguida, me preguntó:
-¿Qué piensas de mi?, dímelo sin miedo.
-Pienso que eres el ángel que me vas a acompañar de hoy en adelante.
-No te emociones tan rápido, pues soy difícil de conquistar.
-Haré mi mejor esfuerzo para lograrlo, no me daré por vencido antes de tiempo.
-Me alegra tu optimismo, eso habla muy bien de ti.
Fue al baño de nuevo, esta vez por su bolso, dejó una estela de aromas que no se disiparon hasta que volvió. Luego sacó de su bolso un cuaderno y buscó un poema, que podría también ser la letra de una canción. Me pasó el cuaderno y me pidió que leyera el texto se intitula PUNTO DÉBIL, el contenido era el siguiente:
Mi punto débil es el alma
si no sabes tocarme
no lograrás excitarme
soy difícil de encender.
Si sabes tocarme el alma
tócame todo lo que quieras
yo espero con calma
mientras enciendes mi piel.
Ojalá que tú puedas
casi nadie ha podido
por no tener magia ni fuego
todos han perdido la apuesta.
Tócame el alma con versos
hazme delirar de pasión
con cálidos besos,
tócame la piel con tus dedos
si no te da miedo quemarte
sigue adelante.
Si me llego a apagar
te mando al diablo
después que me apago
no me vuelvo a encender.
Mi alma y cuerpo son para ti
tu inspiración y pasión
avivan llamas de amor
ardamos sin ningún temor
la hoguera está viva.
Después de leerlo entendí muchas cosas: primero que no era una mujer del montón, era una mujer muy singular, como pocas. Ella estaba dispuesta a entregar su cuerpo solo a aquel hombre que fuera capaz de conquistar primero su alma. Otro en mi lugar se hubiera abalanzado sobre esa diosa semidesnuda, pero ese hombre no era yo, pues había aprendido a manejar mis emociones, sabía contenerme en momentos extremos como este. En ese pequeño texto me dijo quien era ella, preguntarle más ya era exagerar, así que me dediqué solo a contemplarla de pies a cabeza. Yo estaba como en éxtasis, en intima comunión con esa preciosura de mujer. No sé cuánto tiempo estuve en esa contemplación profunda de la belleza hecha mujer, ella me volvió a la realidad con la siguiente propuesta:
-Esta noche quiero que me pintes, seré la modelo que potenciará todo ese talento que tienes, - ¿De acuerdo?
Imposible rechazar ese tipo de propuestas, así que le respondí de inmediato:
-Por supuesto que te pintaré esta noche será de pinturas y aromas, también de besos si tú quieres.
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