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La nueva generación de corresponsales de guerra

Jober Rocha

Todas las sociedades sienten la necesidad de la literatura. A través de ella los individuos que las integran aprenden, se informan y caminan por el espacio físico del planeta a través del tiempo; finalmente, se abstraen de la vida común y aburrida que llevan en sus existencias, normalmente mediocres.
En nuestro país, hoy en día, noto que la literatura de escritores está siendo reemplazada por la de periodistas. Muy pocos lectores siguen las publicaciones literarias de escritores nacionales. Las librerías cierran sus puertas. Los sueños y la ficción, producidos por la mente de los escritores, están siendo reemplazados por la cruda realidad de la vida cotidiana en las grandes ciudades, descrita por los periodistas a través de textos, imágenes y voces.
Las noticias que actualmente movilizan a nuestra sociedad son las que se relacionan con la violencia urbana de robos, enfrentamientos, peleas entre policías y delincuentes, denuncias que involucran a políticos y empresarios en el desvío de recursos y el sobreprecio de obras públicas.
El crimen y la corrupción, generalizados en todo el territorio nacional e involucrando a los tres poderes de la república, convirtieron a nuestro país en una zona de guerra de la que los escritores se retiraron y cedieron su lugar a los periodistas, verdaderos corresponsales de guerra urbana que describen, a diario, las marchas y contramarchas, los avances y retrocesos entre las fuerzas del bien y del mal.
Fue difícil para aquellos escritores de sueños y ficción tener la tranquilidad necesaria para dar rienda suelta a su imaginación creativa, a fin de producir grandes y bellas obras literarias como sucedió en el pasado, viviendo en un escenario de guerra, de devastación moral y de costumbres, a la que ahora estamos sujetos.
Los Medios de comunicación, en sus diversas formas de actuación, llegan instantáneamente a nuestros ojos y oídos, haciéndonos partícipes de todas las calamidades que ocurren alrededor del mundo, de todos los sufrimientos que enfrenta la humanidad, sufriendo juntos porque somos impotentes para evitarlos o remediarlos.
Así, lo más fácil para quien le gusta escribir es convertirse en un periodista diario, un auténtico corresponsal de guerra preocupado únicamente por informar sobre el desenvolvimiento diario de los desastres naturales, las epidemias, los combates de guerras que se libran en los cuatro rincones del planeta y sobre la acción de la policía y la justicia, en su afán por tratar de contener la rabia criminal de una creciente multitud de delincuentes, ya sea en los cerros y en la periferia donde viven los pobres o en las capitales (incluida la federal) y en las oficinas y palacios donde viven los poderosos y donde confabulan y traman sus actividades criminales.
Para que la población asustada no busque otras tierras, como refugiados de guerra, muchas noticias sobre deportes, sectas, curiosidades (como películas, telenovelas y chismes sobre artistas) se insertan en los medios, tratando de mostrar que la vida va seguir con normalidad y que las instituciones siguen funcionando con cierta tranquilidad. En definitiva, intentan mostrar que “la paz sigue reinando en todo el Territorio Nacional”, que se deben seguir pagando impuestos y que no se tolerará la desobediencia civil.
La crisis económica, el desempleo, los bajos salarios, el alto costo de vida (y el precio desorbitado de los libros), a su vez, también desalientan la oferta y demanda literarias. Los que ganan poco no compran libros como fuente de esparcimiento e instrucción. Quienes se ganan la vida con lo que escriben, al no encontrar lectores para sus obras, se desaniman y reducen el ritmo o incluso buscan otra actividad para mantenerse.
Los pocos escritores que continúan escribiendo literatura son los que tienen su propia fuente de ingresos y ya no dependen de la profesión de escritor. En definitiva, escriben porque les gusta y porque no pueden reprimir sus imaginaciones creativas; tienen que desahogarlas. Muchos escritores, aunque brasileños, viven en el extranjero donde encuentran la tranquilidad necesaria para producir sus obras, llegando a Brasil solo para darles a conocer.
Queda, por tanto, que aquellos brasileños que aman escribir todos los días se conviertan en auténticos corresponsales de guerra, escribiendo sobre la violencia cotidiana, las violaciones de las leyes y la impunidad; ya sea en forma de breves textos y crónicas, en Internet, en 'Facebook', en 'WhatsApp' o, incluso, en la prensa.
Así, uno ve una profusión de textos breves y diarios sobre varios delitos; arresto de narcotraficantes; muertes de policiales; desvíos de recursos; liberación de acusados y condenados; declaraciones de políticos, abogados y autoridades negando delitos y acusaciones, etc.
Alguien ya ha dicho que estos son los temas predilectos de la gente, pero creo que también son temas predilectos de los periodistas, que por razones de supervivencia (ya que son profesionales y que se ganan la vida con su profesión) buscan lo trágico y los hechos violentos e inusuales, que sean leídos, conocidos y reconocidos por el público.
Estos son los materiales que absorben el tiempo de quien lo tiene para leer, sin dejar, por tanto, oportunidades para la Literatura de sueños, ficción y abstracción, producida por verdaderos literatos. Desde entonces la cruda y dura realidad de la vida llegó a absorber la atención y todo el tiempo disponible de los lectores.
Como la sociedad brasileña vive en una situación de guerra no declarada y no asumida por nuestras autoridades que, por sus propios intereses, afirman y reafirman la normalidad democrática y el normal funcionamiento de las instituciones, nuevos corresponsales de guerra, periodistas y escritores encargados de transmitir la noticias para las poblaciones asediadas en sus hogares (barradas, amuralladas, rodeadas de alambre de púas, cámaras de video y guardias de seguridad privados) las noticias sobre el desarrollo de los combates en los 'frentes' urbanos y rurales, las acciones tibias de la ley y de la orden y de las fuerzas de justicia para contener a los delincuentes y las reacciones, cada vez más audaces y violentas, que presenta el crimen organizado y no organizado.
Mientras tanto, los amantes de la literatura sueñan con días mejores y con esos famosos caballeros, tan comunes en la época medieval, cantados en prosa y en verso, que liberaron a los pueblos oprimidos de la tiranía, de los crímenes y de los malos gobernantes...

Texto agregado el 07-07-2021, y leído por 115 visitantes. (1 voto)


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