Como un perro que se va tras de su amo, me fui al lado de ella. Era la primera vez que la veía, pero tuve la sensación de conocerla desde hacía muchos años, tal vez siglos. Me atrajo con ese perfume que se echaba todos los días. Olvidé mis compromisos y la seguí hasta su casa. Era de esas chicas que le gustaba caminar, no le importaba la canícula. Yo daría mi vida porque me dijera una sola palabra a mi oído, de solo escuchar esa palabra suspiraría, como nunca he suspirado por mujer alguna. De verla caminar como una diosa casi me caigo a una alcantarilla destapada. Después de caminar media hora llegó a su casa, se detuvo frente a una puerta café. Enseguida sacó la llave de su bolso. Me dio tanta tristeza que se fuera, pues creí que no volvería a verla, al menos sabía dónde vivía y podía venir a montarle guardia solo para sentir su perfume y verla caminar. Después de abrir la puerta me dijo:
-Sigue perrito lindo.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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