Hace tres décadas atrás, y después de seis meses jugando a ser unos buenos soldados, la generación de 1988 por fin logró una semana de franco.
"De Franco", así solía llamarse aquellos días libres después del periodo de adaptación y primer entrenamiento militar.
En aquel entonces yo contaba con diecinueve años de edad, y realizaba el servicio militar obligatorio. Actividad desarrollada en el alejado (a más de doscientos kilómetros al interior de la pampa del Tamarugal) regimiento de Comandos número seis de la ciudad de Iquique.
"Bienvenidos a Iquique".
El pesado camión del ejército lentamente se detuvo a solo un par de metros de aquella sombra proyectada por el envejecido cartel de bienvenida a la ciudad. Y un puñado de soldados "de franco" saltando ágiles cual gacelas desde la panza del moteado leviatan, se dispersaron por las distintas arterias de la capital regional, buscando locomoción que los llevase a cada ansiado destino.
Caminé dos cuadras en dirección norte, cuando detuve un taxi que circulaba en las cercanías.
_ ¡Sobrino!_ Gritó alegre mi tío Freddy (quien casualmente oficiaba de conductor del taxi), al darse cuenta que era yo su pasajero.
_ ¿Tío, cómo está?_ respondí con una grata y franca sonrisa.
Mi tío Freddy era el hermano menor de mi viejo; un cincuentón bonachón y eterno galán soltero. Con él podías conversar durante horas de variados temas de interés.
Recuerdo que rengueaba en demasía, debido a una antigua lesión ocasionada en su niñez, algo relacionado con un accidente que involucraba un tren de carga. Desconozco esa parte de su historia.
Gustaba del buen vino, y siempre llevaba consigo una cajetilla de cigarrillos que degustaba de excelente ánimo.
Entre sus múltiples actividades, destacó el liderar un antiquísimo club de rayuela, que alegraba el barrio iquiqueño donde vivía junto a mi abuela.
Era un hábil jugador, cuyas pericias lo llevasen a campeonatos locales e internacionales.
Apreciaba asistir a "malones del recuerdo", divertidas tertulias organizadas por los miembros de la sociedad deportiva, quienes asistían con sus esposas o novias para beber vino, comer carnes asadas, y bailar los ritmos musicales de las décadas pasadas. Las fiestas eran animadas con reconocidas canciones, interpretadas por su eterna pareja, su hermana (mi tía) Petronila, quién fuese una reconocida cantante en Perú.
_ ¡Sube poh wueón!_ Dijo mi tío poniendo el letrero de "ocupado" en el parabrisas del taxi que conducía_ ¿De donde vienes sobrino?_ Preguntó al ver mi corte de cabello.
_ Estoy viviendo en el fuerte Baquedano, donde realizo el servicio militar.
_ ¿Y ahora para adonde vas?
_ A casa. hace seis meses que no venía a Iquique.
_ ¿Y te vas a casa, sin beber una cerveza con tu tío?
_ Pero tío, no quiero molestarlo. Además que ...
_ ¡Nada de "peros" carajo!
_ Pero tío, yo...
_ ¡Ud se va con su tío, y que no se hable más!
_ Bueno. ¡Pero solo una cerveza!_ Respondí sonriendo.
_ Solo una sobrino, y después te voy a dejar a casa. ¡Lo prometo!
Esto sucedió temprano, debieron ser las nueve o diez de la mañana.
Regresé a casa a las dos de la madrugada, ebrio como irlandés.
Mi tío Freddy tan o más ebrio que yo, trataba de explicar nuestro deplorable estado a su hermano (mi padre) y a mi madre, que literalmente ardían de furia.
Pasaríamos los últimos treinta años relatando y riendo con esta vieja y divertida historia.
La semana pasada el cáncer cerró tus ojos para siempre, y mi padre no ha parado de llorar tu inesperada partida.
Agradezco a Dios que les diese el tiempo suficiente para verse, conversar y despedirse. Ambos hermanos viajaron al pueblo de La Tirana como hicieran junto a su ya desaparecida familia, durante toda la vida.
Tío Freddy, sé que estarás junto a tu madre y hermana, haciéndolas reír con tu rápido ingenio y entretenidas historias de vida. E imagino que también relatarás en el cielo, cuando nos encontramos por casualidad, siendo yo un adolescente/soldado, llegando desde el fuerte Baquedano, y juntos nos mandamos una borrachera, de aquellas que inspiran relatos cortos, como este.
Te extrañamos un montón.
Vaya con Dios querido tío.
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