Una de esas tardes calenturientas de nuestra capital, caminaba junto a dos condiscípulos, por un camino trazado por nuestros pasos. Dándole uso automático a lo aprendido: la distancia más corta entre dos puntos es la recta que los une. Y se trataba de un simple cambio de clase, pero mediante un absurdo movimiento a otra áula.
Y de hecho, bajábamos de un salón de dibujo de la facultad de ingeniería, para subir al tercer piso(parte trasera) de la escuela de economía de la UASD. Sólo disponíamos de cinco minutos para la transición, lo que aunado al sopor y las dificultades primarias humanas insatisfechas, perdían el pleito con el impulso mágico insuflado por nuestra juventud.
Y hablábamos al caminar, hasta que a uno de mis dos compañeros, le llamé 'amigo'. Pero sin aún haber completado el gesto linguál que cerraba la palabra, le ví volar para situarse a tres metros de nosotros. Y antes de tocar tierra, él construyó la siguiente frase negativa: 'usted no es mi amigo'.
A lo qué, fingiendo no estar desencajado por la sorpresa, le pregunté porqué. "Porque usted y yo no hemos 'tomado' juntos". Entónces viré mi mirada en la dirección del otro. Y aceleramos la marcha, por el tema de que el tiempo no nos favorecía, para poder entrar primero que el tercero al curso.
Desde aquéllo, ha transcurrido mucho tiempo y en otro órden y en el extranjero, me opuse a la creencia de un 'amigo' de que el idioma inglés sé escribe de una manera y sé pronuncia de otra. Argumentando(Yo) qué es, que lo leemos según el nuestro. Y ¡bueno! Entre otras cosas, fuí tildado de loco. Sin embargo, luego súpe, que dicho idioma, usa nuestro abecedario(el latino).
Más, ahora(en tiempo actuál), me parece que procede, revisar lo que en el calenturiento camino entre dos facultades, una vez de dijo un condiscípulo. |