Poco a poco mis ojos se fueron cerrando y no tardé en quedarme dormido, solo vine a despertarme cuando la comida estaba lista y, eso porque pasó una moto sin silenciador y el ruido fue quien me despertó. Me senté en el sofá y esperé a que Ilona volviera con la cena. No tuve que esperar mucho porque a los cinco minutos llegó con un plato de arroz con pollo y un vaso con jugo de mango. Lo puso en el comedor y luego fue por su cena. Por primera vez estaba a punto de cenar con una mujer extraña, de la que apenas sabía el nombre. Mi pensamiento andaba a mil, estuve a punto de rechazar la cena e irme pronto para la casa, pues se me ocurrió pensar que la cena podría estar envenenada y moriría apenas terminara de cenar. De inmediato rechacé esa idea porque mi voz interior me volvió a decir: "come sin miedo que nada te va a suceder". Empecé a comer con gran apetito, lo mismo hacía Ilona, para despejar cualquier duda, decidí darle una cucharada de mi plato a ella. Extendí mi mano y le di de comer en la boca a Ilona, quien comió sin ningún reparo, tan pronto digirió el alimento, me dijo:
-Antes nadie me había dado de comer en la boca, tú has sido el primero, ojala sigas haciéndolo a menudo.
La quedé mirando con ojos de fuego, luego le respondí:
-En la medida de lo posible lo haré, si eso te hace feliz porque no he de hacerlo.
-No niego que sentí placer hace un rato y me sentí como una bebita, lo importante es que te vuelva a ver, nada me garantiza que vuelva a verte.
Vi que se iluminaron sus ojos cuando hablaba y yo no iba a ser el motivo para que se apagaran. Con gran serenidad, le respondí:
-Te aseguro que volverás a verme, no solo una vez sino muchas más.
Terminamos de comer, yo decidí recoger los platos e irme con ellos a la cocina. Ella se fue a sentar en el sofá. Llegué a la cocina con los platos y empecé a lavarlos, les eché agua y luego les eché el jabón para lavar platos, les pasé varias veces la esponja, luego los enjuagué, los sequé y los guardé en la alacena.
Antes de volver al lado de Ilona, saqué mi cepillo de dientes de uno de mis bolsillos del pantalón, pues siempre ando con él, lo llevo a todas partes. Le quité un pequeño estuche, saqué también un pequeño tuvo de crema dental y me cepille los dientes. Mientras me cepillaba me dije a mi mismo: "qué tal me toque besarla". Luego volví al lado de Ilona, pero ya no estaba en el sofá, se había ido de la casa, en un hoja de papel me dejó el siguiente mensaje: "tuve que salir con urgencia, espérame, mientras vuelvo puedes hacer lo que quieras, mi casa es tu casa".
Como me dijo que hiciera lo que quisiera, empecé a recorrer la casa, fui alcoba por alcoba, abajo habían 3 alcobas y arriba 4 y otro cuarto que lo había convertido en biblioteca. Me acerqué a ver qué libros tenía y me llevé una gran sorpresa, pues tenía buenos autores: Borges, Cortázar, García Márquez, Stevenson, Onetti, Carpentier y.... De los cuartos de arriba había uno que estaba cerrado con llave. Lo primero que me llamó la atención fue cómo una mujer sola vive en una casa de siete alcobas, cuando vuelva tendré que preguntarle, pues eso no me parece lógico, aunque la lógica con este tipo de personajes, vale huevo.
La noche siguió avanzando, me había tirado en el sofá, sentía la ropa pegada a mi cuerpo, pues con este clima tan caluroso es normal que alguien sude, yo no era la excepción, así que decidí pegarme un duchazo, antes de dormirme. Fui hacia el baño y ahí me llevé una gran sorpresa, pues el baño era bien grande, en todos los baños se suele poner espejos, pero espejos pequeños o medianos, pero en este baño había un espejo como de 2 metros de altura y 1 metro de ancho. Aquí había un misterio que yo debía resolver y como el tema de los espejos me apasiona, no me iba a ir ahora que el misterio apenas empezaba. Ese es el tipo de mujeres que me gusta conocer, no importa dónde la haya conocido, lo cierto del caso es que Ilona empezaba a entrar a mi existencia y de qué manera.
Continuará...
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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