Después de un largo recorrido llegamos a 4 esquinas, descendimos del bus articulado y nos dirigimos a su casa. Las calles eran polvorientas y muchas de las viviendas se encontraban aun en obra negra. Las chicas jóvenes vestían bermudas y blusas de vivos colores, un alto porcentaje de la población eran mestizos, venían de esa mezcla de negro con blanco que daba como resultado mestizas hermosas de pelo quieto y cuerpos armoniosos. Estábamos a dos cuadras de su casa, la primera la anduvimos rápido, antes de terminar la segunda había un almacén de pinturas, al cual me dio por entrar. Ella desde que nos bajamos del bus me tomó de la mano, como si fuera un chico travieso que podía perderse en el camino.
Como toda mujer que no tiene compromisos se sentía muy segura y no tenía miedo que alguien la mirase tomada de la mano conmigo. Iban a ser las siete de la noche, esperamos que el vendedor atendiera otro cliente que había llegado antes, apenas se desocupó lo saludamos y le pregunté el valor de unos productos, mientras hacía la cuenta, le dije a ella:
-Hoy tengo ganas de pintar la felicidad, supongo que cada pintor la ha pintado a su manera, yo la pintaré como me la imagino.
-Ella me contestó de inmediato:
-Me parece una magnifica idea.
Íbamos a seguir hablando, pero en ese momento nos interrumpió el vendedor y me pregunto:
-Aparte de todo lo que hay en la lista que me pasó hace un rato, el caballero necesita algo más.
-Nada más - le respondí.
Necesitaba 6 cuartos de pintura de diversos colores, 2 espátulas, 2 pinceles grandes, 1 mediano y uno pequeño. El vendedor siguió al interior del almacén a traer los productos, mientras regresaba le dije a mi acompañante:
-Tú que crees de todo lo que hoy ha sucedido.
De inmediato repuso:
-Estábamos condenados a encontrarnos, era inevitable el encuentro.
-Eso crees tú - le dije.
-Por supuesto - me respondió.
Íbamos a seguir hablando, pero en ese momento llegó el vendedor con el pedido, empacó todo en una bolsa plástica, me pasó la factura que cancelé de inmediato en caja. Salimos del almacén y seguimos hacia su casa, menos mal no estábamos muy lejos porque la bolsa estaba muy pesada. En el corto recorrido que nos faltaba, muchos vecinos del sector la saludaban con mucho respeto, se veía que era una mujer importante, a juzgar como se dirigían a ella.
Al fin llegamos a una casa que a diferencia de las otras, esta si estaba bien pintada y terminada de construir en su totalidad. Era una casa de 2 pisos, tenía balcón y 4 ventanas, 2 arriba y 2 abajo. En una de las ventanas había un letrero que decía: "aquí vive Ilona la original", el letrero estaba adherido a uno de los vidrios por dentro, por fuera hacía rato lo habrían roto.
Ilona, sacó de su cartera la llave, la introdujo en la cerradura, antes de girar la llave, me dijo:
-La llave nos permite entrar a la casa, el pene les permite entrar a los hombres a nuestro cuerpo, mas no a nuestra alma.
No voy a negar que me sorprendió la comparación que hizo en ese momento. A mi nunca se me ocurrió hacerla, pero ella la hizo por mi y vaya de que manera. Seguimos al interior de la casa. Al rato me dijo:
-Dame esa bolsa, debes estar cansado por el esfuerzo.
La puso en una mesa de regular tamaño que había en la sala. Al instante le pregunté:
-Me puedo sentar en el sofá.
-Por supuesto, has de cuenta que estás en tu casa, puedes hacer lo que quieras.
-Estás segura de lo que estás diciendo, qué tal me de por pintar en casa ajena.
-Por mi puedes pintar hasta en mi cuerpo, si lo deseas.
-La idea me parece muy buena - le respondí.
-Antes que te pongas a pintar descansa, espérame aquí, voy a preparar algo de comer, supongo que debes tener hambre o me equivoco.
-Por supuesto, hoy me dejaré atender de ti, además debes cocinar delicioso - le dije.
Iliana se fue hacia la cocina, mientras ella volvía me recosté en el sofá.
Continuará...

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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