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 Casado, 45 años tres hijos, gordo, barrigón, astigmático, bisexual no asumido ante sus hijos, pero sí ante su mujer.
 
 La amenaza contra la pared, como tantas otras veces, saca la crema hidratante y sin compasión arremete.
 
 Cualquier intento de rebelarse es aplastado por la inmensa anatomía autoritaria.
 
 Compra los pantalones con cintura elástica y conforme se van bajando, exhibe de a poco ese anillo concéntrico tan apetecible y lujurioso.
 
 Antes y hace tiempo,  los helenos en su dionisiaca posesión.
 Artemisa, diosa de la caza, en penumbras agazapada.
 
 
 "Carpe diem" dijo Horacio, y aprovecha el día.
 
 Esa noche vuelve de pescar, eso dice, y de encontrarse con su amigo, demostrando quien es el que pescó el más grande, jactancioso y petulante.
 Obsecuente e hipócrita, en vez de hincársela a su esposa se va con su amante, vuelve satisfecho, heroico compra el pescado en la ribera de la ruta y regresa.
 
 Es la última vez.
 
 La mujer lo espera, furtiva y deslizándose por las sábanas, con las tijeras afiladas le corta ese gran miembro ahora dormido, pero que hasta hace poco atravesaba  sin descaro en su frágil cuerpo de mujer.
 
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