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Suplicio parte 7
Nacho no dejaba de visitar a Gerardo, confiaba en él, estaba seguro que nunca lo lastimaría.
Sheila continuaba con su vida hasta que se le puso enfrente un trabajo que no pudo dejar.
-Es bueno tener su visita por la institución.
-Gracias. Nacho me ha contado todo lo que ha pasado aquí.
-Estamos agradecidos por lo que ha hecho por Gerardo.
Después de visitar a los pacientes y a Gerardo a Sheila le fue encomendada una tarea.
-Le tengo un trabajo
- ¿Cual?
-Una persona está pidiendo una cuidadora para su abuela. Tiene alzheimer y necesita cuidados, sobre todo que le enseñen a la familia cuidarla. ¿Acepta?
-Claro ¿Dónde es?
-En un rancho cerca de la carretera.
-Eso es de pensarse – respondió ella.
- ¿Por qué? – cuestionó el coordinador.
-Tengo un hijo al que no puedo dejar. Tiene 9 años, usted entiende.
-Claro.
-No lo dejes ir. Yo lo puedo cuidar – Interrumpe Nacho.
Tomó sus cosas y por primera vez se separó de Gael.
En el camino llamó varias veces para saber cómo estaba su hijo. Llegó al rancho que estaba en la carretera.
Se bajó del carro en que venía. Preguntó por el dueño del rancho. Todos la miraban extraño.
-Disculpe ¿el dueño? – preguntó Sheila.
- ¿Quiere ver al señor Eliseo?
-Sí. ¿Dónde lo puedo encontrar?
-En su oficina en el rancho.
Una persona lo llevó a oficina de Eliseo.
-Está ahí adentro – dijo el señor.
- ¿Toco la puerta?
-Suerte – le desea el señor.
Ella estaba extrañada por la actitud de todos. Tocó la puerta. De nuevo tocó la puerta y nadie abrió. Después de varios minutos un hombre alto, de cabello corto y con ojos claros abrió la puerta.
-Buenos días, soy Sheila Mercado.
El hombre la miró de arriba hacia abajo.
- ¿En qué le puedo servir?
-Me dijeron que necesita ayuda para una persona con Alzheimer.
-Claro. Mi abuela. Espere afuera.
El hombre cerró la puerta.
- ¡Qué amable!
Sheila esperó a que el hombre saliera, pero la puerta seguía cerrada. De pronto llegó un señor.
-Buenos días señorita. Soy Santos el capataz.
-Buenos días. Vengo a ver una persona con Alzheimer.
-Así es. Si gusta la llevo a su habitación para que se instale. Más tarde la espero en la puerta principal para mostrarle el rancho y presentarle a la señora Blanca.
-Gracias.
Ella se instaló en su cuarto. Un cuarto bastante amplio con una cama enorme, sala, televisión, baño con jacuzzi, un librero y un enorme ropero.
Salió para encontrarse con Santos el capataz.
-La llevo a conocer el lugar.
-Es muy grande.
-Demasiado. El rancho le pertenecía a la señora Blanca, pero cuando comenzó a tener problemas con la memoria de inmediato solicitó que su nieto fuera el dueño del rancho.
- ¿Y la señora?
- ¿Blanca? La señora Blanca creció aquí, nació en la cabelleriza. Yo la conozco de toda la vida. Mis padres trabajaron aquí. Blanquita es una mujer que tiene Alzheimer y el señor Eliseo no ha podido manejar la situación. Hace un par de meses quedó viudo. Su esposa murió de una enfermedad extraña.
-Ya veo ¿Dónde está la señora Blanca?
-En la otra casa. La llevo a conocerla.
- ¿Le puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-El señor Eliseo ¿siempre es así?
Santos no respondió.
Continuará…
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Texto agregado el 19-06-2021, y leído por 63
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