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- pero que hacen? - Gritaba Juan, en una mezcla de desesperación con mugido. Del otro lado, solo se escuchaba beeee!!!!
Juan daba patadas y se quería zafar, era la pelea por su libertad.
Él estaba cómodo pastando con su familia y amigos en la granja de Don Horacio, en las cercanías de San Nicolás, cerca de Punta del Este.
Recuerda esos días tranquilos, jugando y correteando con los terneros, corriendo a los aguiluchos que se posaban cerca de su hermana y escapando de don Atilio, cuando venía con su caballo a controlar que todo estuviera en orden.
Ese día cambio todo, había venido Don Horacio en un helicóptero y junto con Atilio, recibió el dedo acusador. Ese dedo maldito, haciendo que acto seguido emprendiera una carrera lo más lejos posible, escapando para que no lo agarraran. Siempre escuchó ese rumor que una vez que te llevan, ya no volvías. No sabía que pasaba ni a dónde te llevaban, pero él por las dudas corrió.
No recuerda como paso, pero se despertó atado de pies y manos, junto con Don Horacio y Joaquín (un piloto experimentado arriba de un helicóptero).
- suelte me, beeeee - se escuchaba decir a Juan. Pero el ruido de las hélices del helicóptero y la charla divertida entre los dos tripulantes hacia que nadie diera bola a esa súplica.
- suelte me beeeee, suelte me beee- cada vez más alto y con más movimientos como un bailarín epiléptico. Sobre todo al escuchar que él era el banquete de la cena, cordero asado o mejor dicho Juan al asador.
Juan intento serenarse, con ayuda de las terapias alternativas y ejercicio de respiración que practicaba con su tía Noli. Se asomó por la ventana y vio que no volaban tan alto sobre una zona donde había muchos caserones con pileta. Él no sabía cuánto tiempo tenía hasta bajar y recordó cuando veía los campeonatos de saltos ornamentales. Así que, una vez sueltas las manos y los pies, siguió un tiempo de viaje y cuando Horacio le mostraba a Joaquín la casa de un íntimo amigo, él saltó. Aprovecho esos segundos de distracción de los pilotos y saltó. Él busco la libertad, el salto y cayó en la piscina. Un clavado digno de un 10. Él escapó de ser asado, de ser Juan al asador.

Texto agregado el 17-06-2021, y leído por 68 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-06-2021 Es de esos cuentos fantásticos...Bueno! MujerDiosa
 
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