Suplicio parte 6
Nacho acudía con regularidad a la institución para verificar que todo estuviera bien con “el borrego” sin imaginárselo, se estaba encariñando con el muchacho. Fue un día cuando soltó la sopa y dijo todo acerca de su vida.
-Salió a caminar – le dijo el coordinador.
-Eso es bueno – ¿Habrá posibilidad de que platicar con él? – preguntó Nacho.
-Sí. Tienes toda la libertad de venir cuando tú lo desees. Necesito que investigues todo sobre él.
-Trataré.
Nacho se acercó a él en el jardín.
- ¿Llevas mucho tiempo aquí? – le preguntó Nacho.
-No – hizo una pausa - ¿y tú?
-Estoy llegando.
- ¿Te envinaron? – el hombrecillo no es tonto.
- ¿De qué hablas?
-Esa libreta, la grabadora.
-Si no quieres hablar no hay problema.
-No creo que tengas tiempo.
-Lo tengo – le aclara Nacho.
Bajo los rayos del sol de mayo de 2019 “el borrego” contó su suplicio.
- ¿Por qué te dicen el borrego?
-Dirás porque tengo el cabello el cabello rizado, pero no. Siempre que iban a regalar comida o iban a dar trabajo yo iba de borrego igual que lo demás, detrás de ellos para que me regalaran algo.
- ¿Viviste en la calle?
-Mi mamá me nombró Gerardo.
- ¿Tus apellidos?
-No tengo. De mi mamá no sé nada, de mi papá menos. Desconozco si tengo hermanos o hermanas.
- ¿Tu casa?
-La calle.
- ¿Qué edad tienes?
-30 aproximadamente. Ten en cuenta que nunca fui a la escuela, y siempre he vivido en la calle.
- ¿Trabajaste? ¿Qué hacías?
-Era cargador en un mercado. En ese lugar conocí a una mala persona que me ofreció trabajar en un bar. Me llevó con engaños, tenía 14 años. Me prostituyó unos 10 años. Mis clientes eran principalmente hombres, la mayoría eran funcionarios del gobierno. Todos pagaban bien, pero me daban menos del 5 por ciento. Nos tenían en una bodega, estábamos hombres y mujeres.
- ¿Cómo saliste de ahí?
-Fue una mujer. Yo estaba cansado y me daba igual que abusaran de mí. Ella estaba tan borracha que dejó la puerta abierta. Salí por la puerta de atrás. Me buscaron por mucho tiempo.
- ¿Tienes 6 años libre de todo eso?
-Libre de ser una presa sexual pero ahora presa de la miseria. Mírame. No sé leer, no sé escribir, no soy nada.
-Te equivocas, aquí todos están deseosos de verte bien. Le importas por lo menos a la gente de la administración, y no porque sea su trabajo, tú eres importante para todos nosotros, tanto que no he regresado a mi trabajo por estar aquí. Déjame ayudarte.
El joven no dijo más palabras. Se levantó y regresó a su cuarto.
De regreso platicó en la administración todo lo que Gerardo le había confesado. Nacho regresó a su casa pensando en todo lo que el joven le había confiado. Pensaba que él era un mal agradecido por quejarse. Nacho había tenido una vida acomodada, tuvo la oportunidad de estudiar y hacer una vida, los dos habían vivido un suplicio.
Continuará…
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