— ¡Hola mamá! Qué semana terrible he tenido... ¿Sabes?, ya no soporto a María Consuelo, ¿la recuerdas? Es una caradura. Con sus coqueteos y ofrecimientos consiguió el puesto que yo quería. Todos comentan que fue gracias a su... bueno tu ya sabes...

— Ay mi niña esas cosas pasan, no falta quien se aviva en...

— Ah, y no sabes qué más pasó, ¿recuerdas al chino, el hijo de la Sra. Emilia? pues resulta que lo sorprendieron picoteando en otra plaza, la mujer lo echó con viento fresco del departamento. Creo que ahora está de vuelta en la casa de sus padres, ¡ay pobre! le llegó todo junto; el negocio que había emprendido tuvo un incendio y ahí quedó. No mamá, si cuando viene una, vienen todas...

— Pero hija, ¿Cómo estás tú?

— Bueno, ya me voy. Te extraño tanto mami...

— Hasta pronto hijita. Gracias por las flores.


Las visitas se van. En la quietud y el silencio un dulce aroma se esparce llenando cada rincón del cementerio



M.D