Llueve. Ha llovido todo el día. Mi mente está como empantanada.
No podría explicar cómo me siento. Desperté con angustia. No me gustó despertar.

En realidad la lluvia estaba en mi sueño.

No sé dónde se encuentra mi alegría. Tampoco entiendo mi tristeza. Y no encuentro motivación para empezar la jornada.

Un rayo de luz se filtra por entre las maderas de la persiana, y aterriza en mi frente. Logra sacarme un poco de mi estado.
Me incorporo para ir a la cocina, pero no deseo desayunar aún.
Las plantas en el patio se ven hermosas. Me siento sobre el césped para disfrutar de un baño de sol.

Estoy cansada de sentirme así. Pero no sé qué hacer al respecto.

El aire está particularmente puro este día. Da ganas de inspirar como degustando el oxígeno.

Algo extraño sucede:

Luego de respirar gustosamente por un momento, mi mente se calma. Simplemente me siento serena. Tengo la sensación de haber descubierto algo.
Mis pensamientos se apuran a decir que todo está descubierto. Prefiero quedarme con la serenidad que he ganado por un momento.

Me gusta cómo se siente. Tal vez mañana haya más.


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Marcelo Arrizabalaga.
Buenos Aires, 9/6/2021.