EL CAMINO DEL MÉDICO
Hola.
Soy un médico pediatra retirado de 81 años y espero durar muchos más.
Recuerdo con nostalgia y orgullo cuando egresado de la “Escuela Médico Militar” en 1963, recibí mi título de Mayor Médico Cirujano de manos del mejor presidente que ha tenido México, el licenciado Adolfo López Mateos,
Empecé el fascinante camino del médico, primero como médico general por un tiempo, luego las angustias de la residencia, atemperadas por el compañerismo y la alegría de la juventud. Después en el ejercicio de mi profesión hago mías las palabras del Dr. Zuckerman (qepd):
“. . . ¿Qué le queda al médico —clínico, higienista e investigador— después de muchos años de ardua labor?
“¿Conocimientos? ¡Quién sabe! La ciencia avanza tan rápidamente que no hay cerebro individual que la alcance y que la comprenda aún en un solo sector; además, mientras aquel hombre envejece, la ciencia está en constante renovación, rejuveneciendo siempre.
“¿Experiencia? Se llama así a la emoción de desconsuelo en relación con nuestros fracasos y a la intelectual apreciación de los errores cometidos y de los medios que podrían haberse empleado para prevenirlos o componerlos. La experiencia es flor marchita que no reverdece ni en invernadero.
“¿Qué queda entonces? Sólo emoción, el sentimiento de haber vivido, cumplido, el mínimo de nuestras ansias y de haber servido a algunos semejantes, y ese estado psicológico se transforma en sublime e inefable emoción de satisfacción cuando olvidando momentáneamente nuestra ignorancia y fallidas experiencias, sólo vemos de las cosas que pasaron la fase sentimental”.
Ahora viene la parte más difícil —creo yo—. Saber retirarse a tiempo. No por alguna enfermedad incapacitante, mil veces no. Sino en plenitud de facultades y sano. El espejo nos refleja no el joven entusiasta, sino a un señor serio con el pelo plateado. Es cuando con un pacto honrado con la soledad y sin hacer el ridículo de competir con la juventud que viene pujante, dejar de ejercer. Ser muy inteligente para disfrutar del ocio y esperar con serenidad la última posibilidad de la existencia: el paso a la dimensión desconocida.
“El final del camino es emoción. . .”.
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