Ya sé que una no se va a poner a discutir con un muribundo, pero no pude evitar mi reacción cuando Mario desde su "lecho de muerte" me provocó.
Yo le estaba diciendo compungida que lo había querido siempre y él ,entre estertor y estertor me contestó "No siempre"
¿Qué voy a hacer? me pudre esa costumbre suya de tener la última palabra. Le contesté indignada, y su voz subió de tono.
Nos interrumpió una enfermera diciendo que no era el momento de discutir, que lo dejara en santa paz. Me mordí los labios y callé.
En ese momento el monitor que había señalado hasta entonces una línea casi chata comenzó a dar saltos de picos agudos. Entraron dos médicos, los estertores dieron paso a una respiración casi normal, el pulso subía.
Mario me sonrió diciendo: Ya no me muero ñata,la seguimos en casa.