Reyes 10:21

"Y todos los vasos de beber del Rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempos de Salomón no era apreciada."

Reyes 10:24

"Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón."

No deja de sorprenderme la empatía de Jehová con el oro, el lujo y la riqueza.

Es digna de alabar la sensibilidad de Dios con ese siervo opulento y vanidoso que se daba el lujo de despreciar la plata, y a quien compensó con la nada despreciable bendición de la Sabiduría.

El Reino de Salomón como el imperio Vaticano son castillos en los que se halla muy a gusto el buenito de Dios.

Pobres por supuesto que había en la época de Salomón, pero al no tener vajilla de oro fino, estaban fatalizados a la melancólica y esperanzadora tarea de rezar.

Lamentablemente los pobres de antes y los pobres de ahora no han leído que:

Rezar es la maravillosa sensación de creer que se está haciendo algo cuando en realidad no se está haciendo nada.