Hace frío, se escuchan autos pasar rápidamente, estruendosos gritos aúllan de dolor, y numerosos improperios son elevados al cielo; tributos a la noche. Piedras, susurros. El candado de la reja comienza presurosamente a golpetear. Pasos fuertes, que intentan no rozar el viento, se acercan maliciosos. Lentamente, todo lo traga el silencio, mi mente parece erosionada. La madera no para de crujir. El rítmico sonido de las goteras, comienza a golpear el suelo con más fuerza. El gallo canta, el viento sopla, un árbol roza la techumbre de mi casa; las sombras parecen moverse. Una risa casi imperceptible, trata de alertar la conciencia, debo reaccionar. El sentir en la penumbra, la respiración de un ajeno ser, su lengua de gato, su tufo a rón barato. Los pies inertes, empujados hacia abajo. Un sonido de cadenas, un estruendo, una luz, engullida por el éter. Las voces siguen, planean, las voces palpitan. Mi cuerpo se mueve por si solo. Es un momento rápido, de esos que se olvidan. Siento frío, tengo miedo, la garganta es una represa de escupos. Lo veo, se acerca, trato de moverme, trato de cerrar los ojos, me respira en el oído, comienzan las caricias forzadas, los gemidos me duelen, trato de huir, trato en ultima instancia de pensar que es un sueño; sin embargo arde. Un dolor que hiere como el fuego, se restriega en mi vulva. El pánico, el sufrir, el tener que recordar. El hospital, nuevamente el olor a alcohol, los hombres de blanco, la camilla con cuerdas. El entra a la habitación, cierro los ojos……
pd:Cuento abierto a la crítica.
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