Era tan contradictorio, que cuando tenía que ir al norte, iba para el sur. Unas veces se hacia visible y otras gaseoso. En cualquier estado era una apología a la inutilidad. Nunca tuvo voz propia, por su boca hablaba un viejo decrepito que siempre andaba sediento de sangre joven. Le gustaba que el viejo jugara con él, era feliz como marioneta, nunca le interesó ser titiritero. Era de esos hombres tan vacíos y tan faltos de espíritu que se dejaba ir con su mentor, en la corriente de un río caudaloso que amenazaba con desbordarse. Unos dicen que cuando era chiquito se cayó de la cama y se toteó el cerebro; otros dicen que era muy feliz sacándole brillo con la lengua a los botines del viejo decrepito. El viejo reencarnó en él y hacia lo que siempre le gustaba: incendiar al país con sus comentarios violentos, cortar con motosierra la cabeza de sus adversarios, robarse las tierras de los campesinos y vender un polvo blanco como la nieve. El pueblo, a menudo se burlaba de su mandatario porque tenía la nariz de marrano y una esposa que vestía de cartulina, con esos diseños iba a hacer competencia a los grandes diseñadores de Paris, Roma y Londres.
Le gustaba pasear en el avión presidencial, un día utilizo este costoso medio de transporte, para ir a traer un vestido de cartulina que olvidó su esposa. Era un critico acérrimo de su homologo venezolano, a quien lo atacaba por los medios de comunicación. Hace un año le dijo que era un dictador y que sus horas estaban contadas; habló de cuarenta y ocho horas y ya han pasado tres años y el otro bufón sigue campante en su cargo. Hace unos meses, en lugar de ponerle un cerco de alambre de púas, le puso un cerco diplomático que nadie hizo caso. En fin, este personaje es un hazmereir diario. Igual que el otro, se caracteriza por crear frases celebres como estás: "Un alto porcentaje de embarazadas son mujeres", "los inversionistas extranjeros vienen de fuera del país" "así lo recuerdo, así lo querí", "cuando nos unimos como pueblo nada nos detiene. Cuando nos sumamos, somos capaces de hacer realidad proezas que ni el realismo mágico es capaz de imaginar". Su homologo venezolano, es dueño de frases como estás: "Cristo multiplicó los peces y los penes" "Venezuela tiene frontera con Portugal, lo único que los separa es el océano Atlántico, "yo no soy un dictador, pero a veces provoca convertirse en uno". Los dos tienen los mismos gustos, los dos se casaron con mujeres inútiles y atenidas, los dos tocan la guitarra y bailan reggaeton, a los dos les gusta hacer cabecitas con un balón de fútbol. Sin temor a equivocarme, podría decir que son gemelos. Los dos son archimillonarios, la única diferencia es que el uno representa al socialismo y el otro al capitalismo, pero los dos persiguen el mismo fin: volver mierda a Venezuela y Colombia. Los dos ya lo lograron, por diferentes rutas volvieron miserables a dos pueblos hermanos. Lo curioso de esta historia es que cambiaron papeles, Duque ahora gobierna a Venezuela y Maduro a Colombia y la verdad es que el cambio ni se ha notado.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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